Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, presenta la realidad de la Galicia rural, a finales del siglo XIX. La obra constituye una muestra de la vertiente personal del naturalismo que la novelista adopta, reflejando las miserias de la sociedad, pero sin llegar a esa crudeza descriptiva que caracteriza al movimiento francés.
En este mismo blog podéis encontrar las siguientes entradas con resúmenes de obras:
- El Poema de Mio Cid
- La Celestina
- El Diálogo de la lengua
- Menosprecio de Corte y alabanza de aldea
- El Quijote
- Fuenteovejuna
- El perro del hortelano
- El vergonzoso en palacio
- El Buscón
- La vida es sueño
- El médico de su honra
- Las Cartas marruecas
- El Informe sobre la Ley agraria
- El sí de las niñas
- Don Álvaro o la fuerza del sino
- Don Juan Tenorio
- María
- Trafalgar
- La Regenta
- Los pazos de Ulloa
- La barraca
- Sonata de primavera
- Sonata de otoño
- El árbol de la ciencia
- Luces de bohemia
- La casa de Bernarda Alba
- Nada
- Historia de una escalera
- El camino
- La ciudad y los perros
- Crónica de una muerte anunciada
Proponemos aquí dos posibles lecturas, de dificultad creciente:
- La primera consistiría en leer únicamente los subrayados. Según explicamos en nuestro post inicial, al tratarse de un resumen amplio, esta lectura sería suficiente para comprender la obra, y, lo que es más importante, darla por leída sin perder esos detalles tan valiosos sobre los que frecuentemente tratan las preguntas de examen, y que raramente aparecen en los resúmenes que circulan por la red.
- La segunda, que es la que nosotros recomendamos, requeriría leer la obra completa, fijándose especialmente en los subrayados, que, en este caso, servirían de ayuda para una más fácil comprensión del argumento.
Pero antes de entrar en materia…
1.- MARCO HISTÓRICO Y CULTURAL
A mediados del siglo XIX, España atraviesa una etapa de inestabilidad política, que la reina Isabel II intenta resolver otorgando la presidencia del gobierno al general Narváez. Este ejerce el mando desde una posición autoritaria, lo que produce un descontento popular, que se verá acrecentado por la crisis económica, las malas cosechas y la falta de suministros. En septiembre de 1868, esta situación desemboca en la revolución conocida como la Gloriosa, gestada entre los partidos progresistas, con apoyo de parte del Ejército, y que pone fin al reinado de Isabel II. El nuevo régimen, presidido provisionalmente por el general Serrano, sienta las bases del sistema democrático español, primero bajo la forma de una monarquía parlamentaria (reinado de Amadeo de Saboya, de 1871 a 1873) y después como república (primera República, de 1873 a 1874).
No obstante, se trata de unas bases políticas que adolecen de escasa solidez, ya que, en realidad, el gobierno en España pasa a sustentarse sobre un sistema de turno de partidos, según el cual, los liberales de Sagasta y los conservadores de Cánovas se van alternando, a través de un mecanismo electoral muy poco democrático, manipulado por burgueses y caciques rurales.
En el campo, las tierras se concentran en manos de grandes propietarios, y son trabajadas por campesinos a cambio de una renta tiránica, lo que les condena a una vida en condiciones durísimas. Esta situación provoca revueltas, paralelas a las manifestaciones de protesta obrera en las ciudades, que generan, en conjunto, una importante crisis social.
A esta se suma la crisis política y económica a que da lugar la pérdida, en 1898, de las últimas colonias de ultramar: Puerto Rico, Cuba y Filipinas.
En este ambiente hallan un inmejorable caldo de cultivo las ideologías socialistas y anarquistas, que critican la incompetencia del gobierno y el atraso socioeconómico y cultural en que se halla sumida España. Dichas ideologías llevan asociadas actitudes revolucionarias, que propugnan un cambio de régimen hacia la República. Se trata de la corriente de pensamiento conocida como «regeneracionismo», que defiende, entre otras cosas, el cambio de la sociedad a través de la reforma del sistema educativo, inspirándose en un método pedagógico basado en la ciencia, la tecnología y la moral laica.
En el ámbito literario, el realismo y el costumbrismo evolucionan hacia el naturalismo, corriente de origen francés que presenta la realidad social en toda su crudeza y que desemboca en el pesimismo de la generación del 98.
El naturalismo
Frente al idealismo de la literatura romántica, a finales del siglo XIX surge una corriente que trata de reflejar la sociedad con la objetividad propia del método científico: es el realismo, que describe el modo de vida de las ciudades, fijándose especialmente en las clases acomodadas. La obra más representativa de este movimiento es La Regenta, de Clarín. En Francia, de la pluma de Émile Zola, este movimiento evolucionará hacia la descripción de los aspectos más sórdidos de la sociedad; surge así el naturalismo, que presenta las siguientes características:
- La acción se desarrolla entre personajes procedentes de las clases más bajas, desfavorecidas e incluso marginales de la sociedad: obreros, campesinos, delincuentes, prostitutas, etc.
- Se sitúa en ambientes sórdidos, miserables… Las descripciones se fijan en los detalles más feos, sucios, rotos, etc.
- Es una especie de literatura costumbrista de lo pobre.
- El lenguaje empleado por los personajes trata de ser lo más natural posible, con léxico popular, dialectos, jergas, etc.
- Los comportamientos de los personajes son, con frecuencia, asociales, y no dan lugar a una reflexión moral, sino a una explicación científica, sobre ellos: se considera que están marcados por un determinismo biológico y social, según el cual, la herencia genética, la clase social, la educación recibida… condicionarían el modo de pensar y de actuar de los personajes, sin que estos pudieran evitarlo. Los hombres están, por tanto, amarrados a un destino, condicionado inexorablemente por la familia en la que nacen, la clase social a la que pertenecen y el ambiente en el que viven.
- Entorno miserable y personajes embrutecidos se ensamblan perfectamente en obras que tratan de poner de relieve el desequilibrio social, a través de la descripción objetiva de los aspectos más degradados de la sociedad.
- La literatura se convierte, así, en un arma ideológica de denuncia política y social.
Los principales autores de la literatura naturalista española son:
- Emilia Pardo Bazán. En su obra La cuestión palpitante plantea los principios sobre los que se fundamenta el Naturalismo. Es autora también de La tribuna, Los pazos de Ulloa, etc.
- Vicente Blasco Ibáñez, con obras como La barraca o Cañas y barro.
- Jacinto Octavio Picón, con obras como La hijastra del amor o Juan Vulgar.
2.- EMILIA PARDO BAZÁN
Emilia Pardo Bazán nace en La Coruña, en 1851. Es hija de una familia de la nobleza gallega, lo que le proporciona una educación poco frecuente en una mujer de su época. En Madrid asiste a un colegio francés, pero la mayor parte de su formación, que gira sobre todo en torno a las humanidades y los idiomas, la recibe en su casa, con profesores privados.
Con tan solo dieciséis años se casa con José Quiroga, y la pareja vive con los padres de ella. Así, con estos se trasladan a Madrid cuando el padre es elegido diputado, y con ellos viajan después por Europa.
El matrimonio tiene tres hijos y se mantiene durante cierto tiempo en armonía, hasta que surgen desavenencias, procedentes sobre todo de la actividad intelectual y profesional de Emilia, que parece relegar a un segundo plano a su marido. Y es que en 1876 comienza a ser conocida y respetada en el mundo literario, siendo muy bien acogidas sus publicaciones y colaboraciones en la prensa.
En 1879 publica su primera novela, Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina, y en 1881, Un viaje de novios. Ambas discurren dentro de los esquemas del realismo.
Mantiene una estrecha relación, parece que incluso amorosa, con Benito Pérez Galdós.
En 1883 publica La cuestión palpitante, una recopilación de artículos en los que, siguiendo los postulados del francés Émile Zola, defiende la estética naturalista en la novela, aunque contemplada desde una perspectiva original, como una variante del realismo español. La obra provoca un gran revuelo, especialmente entre los sectores más conservadores de la intelectualidad, que le censuran su seguidismo a la novela atea francesa. Ni siquiera la apoya su propio marido, lo que desemboca en una ruptura del matrimonio. Pero ella se siente reforzada por el reconocimiento de su admirado Zola. Y así, ese mismo año publica La tribuna, considerada la primera novela naturalista española. En ella narra la historia de una mujer obrera, trabajadora de una fábrica de cigarros, que participa en los movimientos reivindicativos del proletariado. La novela describe las duras condiciones que deben soportar los trabajadores industriales, especialmente las mujeres.
Pero pronto se aparta del planteamiento determinista del naturalismo francés y se decanta por el espiritualismo del ruso Tolstoi, más acorde con su fe católica. Consecuencia de esta nueva deriva literaria es la aparición de la novela Los pazos de Ulloa, en 1886, en la que describe la decadencia de la oligarquía terrateniente gallega y la sumisión del mundo rural a un nuevo sistema político y social basado en el caciquismo.
Consagrada ya como una figura literaria de primer orden, y a pesar de su pensamiento político conservador, Emilia apoya abiertamente la defensa del derecho a la igualdad de oportunidades de la mujer, y en especial a su autonomía intelectual y social, y manifiesta su rechazo contra la violencia ejercida sobre ella.
A partir de 1890, su obra experimenta un nuevo giro, ahora hacia un mayor espiritualismo, cargado de simbolismo. Ejemplo de ello son novelas como Una cristiana, La prueba o La quimera.
A partir de su traslado a Madrid, lleva una intensa vida cultural y social, reconocida con su admisión como socia del Ateneo, su concesión de la cátedra de Literatura en la Universidad Central o su nombramiento como Consejera de Instrucción Pública.
Muere en Madrid, en 1921.
3.- LOS PAZOS DE ULLOA
Publicada en 1886, la novela constituye una adaptación personal del naturalismo a los esquemas espirituales de la España católica de la época.
Tema
Narra la estancia del capellán Julián en los pazos de Ulloa y constituye una descripción de la decadencia de los señoríos terratenientes de la Galicia rural.
Estructura y argumento
Formalmente, la obra se divide en dos partes: la primera comprende los capítulos del I al XI y la segunda del XII al XXX.
Desde el punto de vista argumental, la historia se estructuraría en tres partes principales y un epílogo:
- Introducción: comprendería los capítulos I-VIII, en los que Julián toma contacto con el mundo rural de los pazos y ejerce como administrador.
- Nudo: comprendería los capítulos IX-XXVI, que giran en torno al matrimonio de don Pedro con Nucha:
- IX-XI: Estancia en Santiago. Preparativos y boda.
- XII-XXVI: Regreso a los pazos, donde Julián desempeña un papel familiar, apoyando a Nucha. Incluye la celebración de elecciones.
- Desenlace: comprendería los capítulos XXVII-XXIX, en los que Nucha, abatida física y mentalmente, se muestra decidida a abandonar a don Pedro.
- Epílogo: capítulo XXX, en el que se narra el regreso de Julián a los pazos, diez años después, y se describe la situación que se encuentra.
Primera parte
I
El capellán Julián, montado en su rocín, marcha por el camino que lleva a los pazos de Ulloa, donde ha sido destinado para decir misa y ayudar en las labores de administración. Va preguntando a los campesinos que encuentra a su paso y sigue sus vagas indicaciones por bosques, montes… Finalmente, se topa con tres cazadores: uno de ellos es el propio marqués de Ulloa, el otro Primitivo, su administrador, y el tercero, el abad de Ulloa. Emprenden juntos el camino a los pazos.
II
Llegan de noche a la casa y Sabel, la criada y cocinera, hija de Primitivo, les pone la cena. Anda por allí gateando un niño de corta edad, Perucho, hijo de Sabel. Por diversión, tanto don Pedro como Primitivo, el propio abuelo, dan vino al niño hasta emborracharlo, sin escuchar las protestas de Julián. Al terminar la cena, Sabel acomoda a este en su habitación.
III
A la mañana siguiente, Julián examina su cuarto: hay restos de suciedad de su antecesor, el actual abad de Ulloa. Poco tiene que ver con él, pues este es fumador, bebedor y aficionado a la caza, y él es delicado, con gustos refinados. Sabel le lleva una jofaina y una toalla para que pueda lavarse y él aprovecha para encargarle la limpieza de la habitación. Don Pedro enseña a Julián las tierras y la casa. Se detienen en un despacho que hace de biblioteca y archivo. Está todo desordenado y Julián se compromete a ordenarlo.
IV
Al colocar los libros y documentos, Julián observa un auténtico caos, especialmente en el registro de gastos e ingresos, así como en el de cobros a los arrendatarios. Además encuentra un documento revelador de la realidad del marquesado de Ulloa: don Pedro Moscoso y Pardo de la Lage no es marqués. Quedó huérfano de padre y, para ayudar a su madre en el gobierno de la casa, acudió Gabriel, hermano de esta, asumiendo el control absoluto, mientras que la madre solo se dedicaba a atesorar onzas de oro. El tío Gabriel educó a Pedro en la vida superficial y el abuso de la fuerza. Un día, unos enmascarados robaron las onzas de oro atesoradas y, del disgusto, la madre de Pedro murió. Don Gabriel instaló en la casa a Primitivo, para que guardara y administrara. Al poco tiempo, murió también, legando su herencia a sus hijos y dejando a don Pedro únicamente los pazos, que acarreaban más deudas que beneficio económico. En cuanto al marquesado, Julián encuentra un documento que prueba que no corresponde a don Pedro, sino a un señor que vive en Madrid. No obstante, por la costumbre, los aldeanos siguen llamándole marqués, lo que alimenta su vanidad.
V
Julián intenta supervisar la administración de los pazos, pero se topa con la oposición de Primitivo. Dedica parte de su tiempo a enseñar a leer a Perucho y también le lava y le peina. En la cocina, en torno a Sabel, se congregan mujeres de la zona, que forman tertulia y además se llevan la comida que aquella les regala. Sabel es una joven atractiva, que conoce sus encantos y se le insinúa abiertamente a Julián, pero este la rechaza.
VI
Julián tiene buena relación con don Eugenio, el párroco de Naya. Este le invita a la fiesta del pueblo, donde asiste a los bailes y la procesión. Allí se encuentra también Sabel. Se celebra una comida con otros párrocos de los alrededores, junto a las autoridades locales, en la que comen y beben generosamente, lo que les lleva a hablar sin refrenar la lengua. Máximo Juncal, el médico, de ideología progresista, lanza varias pullas de contenido político contra el clero y los conservadores. Los párrocos se enzarzan en una discusión absurda sobre el libre albedrío de los hombres. La conversación deriva luego hacia Sabel y algunos murmuran sobre la posibilidad de que tenga alguna relación con Julián. Este se enfada y Eugenio trata de que no le dé importancia. Además, hablando con él aparte, le cuenta el rumor que circula sobre el hecho de que don Pedro es padre biológico de Perucho: al parecer, Sabel, además de insinuarse a Julián, mantiene una relación oculta con don Pedro y otra pública con un gaitero.
VII
Ante esa situación de amancebamiento, Julián piensa que debe marcharse de la casa. Pero al volver, encuentra a don Pedro dando una paliza a Sabel por haber estado de fiesta. Para calmarle, Julián se le lleva a dar un paseo. Allí le da a entender que conoce su relación con Sabel y le dice que, en esas circunstancias, él tiene que abandonar la casa. Don Pedro adopta una actitud de víctima: no solo se siente seducido por Sabel, sino que además está manipulado por Primitivo, que hace y deshace a su antojo, sin que pueda controlarle, y es que si lo intenta, el mayordomo deja de participar en la actividad de los pazos y todo se detiene, porque los arrendatarios y trabajadores hacen lo que quiere él; en definitiva, que está en sus manos. Julián le recomienda que se case. Al terminar la conversación, se dan cuenta de que Primitivo los estaba espiando.
VIII
Julián está dispuesto a abandonar la casa. Pero don Pedro le obliga a cambiar de planes, pidiéndole que coja con él el coche en Cebre y le acompañe a Santiago, a casa de su tío, Manuel de la Lage, que vive con sus cuatro hijas. Ordena a Primitivo que prepare las cabalgaduras, pero este no hace sino ponerle dificultades. Resuelto a llevar a cabo su proyecto, decide que irán andando a Cebre. Por el camino los alcanza Primitivo para acompañarlos, pero don Pedro tiene la sospecha de que antes, oculto en la espesura, los había estado amenazando con su escopeta.
IX
Llegan a casa del señor de la Lage y salen a saludar a don Pedro sus primas, Rita, Manolita, Carmen y Marcelina (a la que llaman Nucha). Don Manuel estaría encantado de que el joven eligiera a alguna de sus hijas para casarse. Entre este y sus primas se entabla una relación divertida, de galanteo, con piropos, pullitas, bromas… Don Pedro analiza a las cuatro y considera que la que más le atrae es Rita, la mayor, la más desenfadada y provocativa, que además es una mujer robusta, muy apta para darle un heredero.
X
Las primas enseñan Santiago a don Pedro, pero este prefiere sus campos y sus pazos. También salen de paseo por la Alameda. A Manolita la pretende un estudiante de Derecho y a Carmen un estudiante de Medicina. Nucha apenas ha salido de casa, porque cuando su madre murió, se ocupó de cuidar de Gabrielillo, su hermano pequeño, hasta que se marchó a la Academia de Artillería. Rita no tiene pretendiente fijo, pero responde con miradas provocadoras a los requiebros de los paseantes. Esta falta de recato incita a don Pedro, pero a la vez le preocupa. Pide consejo a Julián, pues este se crió en la casa, por ser hijo del ama de llaves, pero él, discretamente, le da evasivas y no le cuenta nada de los rumores que circulan sobre la ligereza de Rita. En cambio, le sugiere a Nucha, cuya perfección moral y religiosa raya, en su opinión, en la santidad. En el casino, don Pedro también escucha comentarios sobre la fama de coqueta de Rita.
XI
Una tarde, Rita invita a don Pedro a subir al desván, donde están las hermanas ordenando ropas y trastos viejos. Entre juegos, le colocan un sombrero y una chupa y se burlan de él, huyendo a continuación. Don Pedro las persigue y le parece ver a Rita esconderse en una habitación. Entra tras ella y la busca en la oscuridad. Cuando la encuentra, intenta abrazarla, pero ella responde con violencia. Y es que no era Rita, sino Nucha. Esta le reprocha su actitud hacia ellas, pues compromete su honestidad. A los pocos días, don Pedro pide a su tío la mano de Nucha. La boda es objeto de toda clase de comentarios en Santiago sobre las artimañas de Nucha para robarle el novio a Rita. Esta, disgustada, se marcha a Orense, a casa de la tía Marcelina, que iba a dejar su herencia a Nucha, pero que ahora ha cambiado de idea. La noche de bodas, Nucha aborda la situación con sacrificio, desde una perspectiva religiosa.
Segunda parte
XII
Don Pedro encomienda a Julián que regrese a los pazos y prepare el terreno para la vuelta de la nueva pareja. A su llegada a la casa, encuentra toda clase de facilidades por parte de Primitivo, que le informa de todo lo sucedido durante los meses de su ausencia; incluso cuando Julián le dice que Sabel y Perucho se tienen que marchar, porque los señores traerán una cocinera de la ciudad, no le pone ninguna objeción y le responde que la joven está en trámites para casarse con el gaitero. Pero tales facilidades son solo apariencias, pues, en el fondo, Primitivo sigue haciendo su voluntad. Julián va un día a ver a don Eugenio, el abad de Naya, y este le cuenta cómo se ha producido un movimiento revolucionario que ha expulsado de España a la reina y ha implantado un gobierno provisional.
XIII
Don Pedro empieza a estar incómodo en Santiago: la ciudad no le gusta, y vivir en casa de su suegro le resulta desagradable, pues tienen caracteres muy diferentes y discuten a menudo, incluso de política: don Manuel es simpatizante de los moderados y don Pedro, con tal de provocarle, justifica hasta la revolución. Tampoco en el casino se siente a gusto, donde es tratado como uno más y no con la consideración a la que está acostumbrado en su aldea. Decide, por tanto, volver a su casa. Al llegar a Cebre, los está esperando Primitivo con sendas caballerías; pero, con mala intención, ha llevado para Nucha una mula inquieta. Ella explica a don Pedro que no le conviene montarla, porque está embarazada, y, a partir de ese momento, este se deshace en atenciones hacia su mujer.
XIV
Julián informa a don Pedro acerca de la proyectada boda de Sabel, pero este no da crédito, pues piensa que Primitivo se lo impediría, ya que la marcha de su hija le supondría perder un importante apoyo en la casa. Don Pedro le cuenta que Nucha está embarazada y cómo él confía en que sea un niño, para que continúe la estirpe de los Moscoso. Julián se siente satisfecho de haber contribuido a que se formara aquella familia cristiana, si bien lamenta que la santidad de Nucha no se haya culminado con su entrada en un convento. La cocinera que trajeron los señores se despide y Sabel se queda en el puesto. Nucha observa que las gallinas no ponen huevos y un día, acechando, descubre que se trata de un niño, que los roba. Julián le explica que es Perucho, el hijo de Sabel y ahijado de don Pedro. La joven se siente conmovida y decide ocuparse de su educación y su higiene.
XV
Don Pedro y Nucha hacen visitas a las personas relevantes del entorno. Comienzan con el juez de Cebre y su esposa; el matrimonio se deshace en atenciones para recibir a la pareja, y ella se viste de forma exagerada para recibirlos. Después visitan al arcipreste y su hermana, a las señoritas de Molende, que no se encuentran en casa, y, por último, al señor de Limioso. Este vive en un pazo que antaño fue una mansión señorial, pero ahora está en ruinas, con el tejado semi derruido, las vidrieras rotas, el piso lleno de agujeros… En contraste, don Ramón mantiene las formas exquisitas del descendiente de una familia linajuda.
XVI
El embarazo avanza y don Pedro continúa sus atenciones hacia Nucha. Llega el día del parto y envían a Primitivo a buscar a Máximo Juncal, el médico. Pero parece que aquel no pone mucho interés en localizar a este, y se demoran más de lo previsto. Nucha no consigue dar a luz por sí misma y la noche se hace larga: don Pedro se desespera pensando que Rita hubiera estado mejor preparada para el trance, Julián reza en su habitación… Por la mañana, llega el médico, quejándose de lo remilgosas que son las señoritas de ciudad, y asegura que Nucha está muy débil y no tendrá fuerzas ni siquiera para dar de mamar a su hijo, cuando nazca. Don Pedro decide ir a buscar a la hija de un casero suyo, que es una mocetona recia y acaba de dar a luz, para que le amamante. Máximo Juncal se lamenta ante Julián del autoritarismo de los señores, que deciden lo que han de hacer sus súbditos, sin importarles lo que piensen estos. Intenta sonsacarle una opinión sobre la revolución, pero el capellán se escabulle a su habitación, a rezar a san Ramón Nonnato.
XVII
Llega la noche y Nucha sigue sin dar a luz. Julián continúa rezando con devoción. Finalmente, va Primitivo a buscarle y le comunica que ya ha nacido y que es una niña. Don Pedro está contrariado y pregunta al médico cuándo podrá Nucha quedarse otra vez embarazada, pero este le responde que por el momento es imposible, ya que ha quedado muy débil del trance.
XVIII
Efectivamente, en los días siguientes Nucha está a las puertas de la muerte. Su salud ha quedado muy resentida y es el ama de cría la que tiene que ocuparse en todo momento de la niña; no obstante, Nucha se empeña en supervisarla, para que la trate con delicadeza, y no como suelen hacerlo con las criaturas en las aldeas. El médico, en sus visitas, sigue provocando a Julián, hablándole del resultado de la revolución. Nucha intenta atender ella misma a su hija, y Julián asiste a los cuidados y a los progresos de esta, participando casi como si fuera su padre. Una mañana temprano, el sacristán descubre a Sabel saliendo en ropa de cama de la habitación de don Pedro.
XIX
Como no puede tolerar esa situación de pecado, Julián resuelve marcharse de la casa y hace la maleta. Pero le retiene el apego que siente hacia la pequeña Nené y la necesidad de proteger a Nucha. Porque la noche anterior ha visto en la cocina cómo estaban reunidas las comadres en torno a Sabel; una de ellas estaba echando las cartas y vaticinaba la muerte de Nucha y el afianzamiento de la relación de don Pedro con Sabel. Julián había vuelto a su habitación y se había puesto a leer; pero había escuchado un grito de mujer. Había bajado al dormitorio de Nucha y allí estaba don Pedro matando a una araña que la había asustado. Esa noche había tenido pesadillas con las cartas de la baraja y una araña monstruosa.
XX
Por la mañana, Julián va a ver a Nucha y a la niña. La joven está muy abatida y le confiesa que tiene miedo y no se atreve ni siquiera a salir sola de la habitación, más aún ese día, que hay tormenta. Pide al capellán que la acompañe al sótano, a buscar ropa de cama. Así lo hace. Atravesando oscuros salones y bajando estrechas escaleras, llegan al sótano, donde encuentran el arcón de la ropa. Pero por el camino, los truenos y relámpagos la sobresaltan y, al regresar a su habitación, sufre un ataque de nervios.
XXI
Don Pedro organiza una partida de caza con el notario de Cebre, el señorito de Limioso, el cura de Boán, el de Naya, y un cazador furtivo apodado Bico de rato. La noche anterior, Julián asiste a la cena, en la que se cuentan historias de caza divertidas. Bico de rato cuenta historias inverosímiles, lo que hace que los demás se rían y le tengan por bufón. Invitan a Julián a ir con ellos a cazar y no se puede negar.
XXII
A la mañana siguiente, salen a cazar. Proveen de una escopeta y un perro a Julián, y le dan indicaciones de lo que debe hacer. Por dos veces, el perro le marca dónde hay perdices y él dispara, pero en ningún caso consigue hacer blanco. Por la noche, van a cazar liebres: es la época de celo y los machos acuden adonde haya una hembra; los cazadores dejan pasar a esta, porque saben que detrás vendrán muchos machos y podrán dispararles a discreción.
XXIII
La pequeña Nené y Perucho se encuentran muy a gusto el uno con el otro, hasta el punto que Nucha permite que este la coja en brazos cuando llora, para que se calme. Con el fin de divertirla, el niño le enseña juguetes, animales vivos que él mismo caza… Cierto día, Nucha los está bañando en un barreño a los dos juntos y comenta que se llevan tan bien como si fueran hermanos. La cara que pone Julián le da a entender que está en lo cierto y, aunque este intenta disuadirla con mentiras piadosas, ella se da cuenta de la realidad. Y a partir de ese momento, rechaza a Perucho y le impide que vuelva a ver a la niña.
XXIV
Se convocan elecciones y la política llega a los pazos. No se trata de un enfrentamiento de ideas, sino de una lucha de intereses personales. En esta ocasión, se enfrentan la monarquía absolutista y la monarquía democrática, pero en realidad, en Cebre, las fuerzas están divididas entre los partidarios de dos caciques: el carlista Barbacana y el liberal Trampeta, abogado aquel y secretario este en el ayuntamiento; el primero, un hombre autoritario, astuto y vengativo, y el segundo, un hombre atrevido, impulsivo y violento. Trampeta tiene contactos con el gobernador de la provincia y consigue puestos de trabajo para sus allegados, lo que le lleva a alardear de que en Cebre ganará su facción. Barbacana apoya en principio al candidato propuesto por la junta de Orense; pero, cuando este se retira, convencen a don Pedro para que se presente a diputado, con el apoyo del Arcipreste de Loiro, el cura de Boán, el señor de Limioso y Primitivo. Realmente don Pedro no tiene ideas políticas claras, pero sí orgullo de casta y se considera el hombre más importante de la comarca. Comienza a recibir visitas de sus partidarios y a la vez Primitivo se ocupa de agasajar a los arrendatarios y jornaleros sobre los que tiene influencia. En una visita, el Arcipreste ve que el techo de la capilla está derruido y don Pedro ordena repararlo. Después, Julián y Nucha se encargan de arreglar la capilla por dentro. Un día, Julián observa que Nucha está abatida y se da cuenta de que tiene moratones en las muñecas.
XXV
Trampeta va a entrevistarse con el gobernador y le transmite su inquietud, ya que don Pedro es un candidato que tiene muchos apoyos obligados entre sus arrendatarios y, aunque carece de solvencia económica, tiene el respaldo de Primitivo, el cual ha amasado un considerable capital engañando a su señor en la administración de los pazos y prestando dinero a alto interés a los arrendatarios de la comarca. Por su parte, Barbacana se concierta con el Arcipreste de Loiro y le envía a tratar con don Pedro. Por el camino de encuentra con don Eugenio, el cura de Naya, y van comentando sobre la situación: temen que el resultado no sea favorable, porque gran parte de los vecinos de Cebre no ven con buenos ojos la relación que mantiene don Pedro con Sabel, y para colmo se murmura que también hay algo entre Nucha y Julián.
XXVI
Julián se siente acosado por Primitivo, por Sabel e incluso por don Pedro. Tan solo se encuentra a gusto en la habitación de Nucha, donde disfruta de las monerías de la niña. Él hace las veces de padre, aunque entiende que aquello no es lo natural. Las elecciones se acercan y todo parece indicar que ganará don Pedro, gracias a la influencia de Barbacana, de los curas y de Primitivo. Trampeta recurre a trampas, tales como impedir que voten sus contrarios, o incluso el cambio de una olla de papeletas, justo antes del recuento. Así, finalmente ganan los partidarios de Trampeta. Barbacana se reúne con el Arcipreste, el cura de Boán, el señor de Limioso y un matón apodado el Tuerto de Castrodorna, y comentan que buena parte del fracaso se debe a una posible traición por parte de Primitivo. A la puerta de la casa donde están reunidos acude un grupo de partidarios de Trampeta, borrachos, a celebrar la victoria con una cacerolada. Los amigos de Barbacana salen de la casa armados con bastones y los golpean, haciéndoles huir. Después se marchan regocijados y se quedan solos Barbacana y el Tuerto, tramando algo.
XXVII
Nucha está cada día más desmejorada y don Pedro no facilita su bienestar. Julián querría intervenir, pero no sabe cómo, pues Nucha ni siquiera se confiesa con él. Y aunque lo hiciera, duda de tener capacidad para guiar a alguien que, en su opinión, roza en la santidad. Finalmente, resuelve que, si acudiera a él en busca de consejo, le diría que tiene que soportar con resignación su cruz en esta vida. Un día, después de misa, Nucha habla con Julián a solas en la sacristía y le pide que la ayude a escaparse con la niña, pues se ha dado cuenta de que ese matrimonio ha sido un error, al que accedió por no contrariar a su padre. Don Pedro la maltrata, porque no le ha aportado el dinero que necesitaba para las elecciones, y además porque tampoco le ha dado un heredero. Ella sabe que su salud es delicada, pero sobre todo teme por la vida de su hija, pues supone un obstáculo para Sabel y Perucho. Julián no puede negarse y accede a marcharse con ella a Santiago.
XXVIII
Pero Perucho estaba escuchando esta conversación y, como su abuelo le había prometido dos cuartos si le avisaba cuando Nucha se quedara a solas con Julián, corre a decírselo. En ese momento, Primitivo está echando las cuentas con el dinero encima de la mesa y se marcha a toda prisa. Perucho tiene la tentación de coger un puñado de aquellas monedas, pero se resiste. Sale corriendo detrás del abuelo pidiéndole los dos cuartos prometidos y se van al monte buscando a don Pedro, cada uno por un lado. Perucho le localiza y le da el aviso, con lo que el señor se marcha hacia la casa. Perucho va en busca de su abuelo y ve cómo el Tuerto, escondido, dispara a aquel con su trabuco y le mata. Regresa a la casa a toda velocidad y va a la capilla. Allí ve a don Pedro muy enfadado, dando voces y amenazando a Nucha y a Julián. El instinto le dice que tiene que proteger a Nené, y se va a buscarla. La coge en brazos y se la lleva al hórreo. Allí la entretiene, haciendo monerías y contándole un cuento, hasta que se quedan dormidos. Le despierta el ama golpeándole con brutalidad y llevándose a la niña.
XXIX
Julián se ve calumniado y no consigue exculpar a Nucha, pero al menos se enfrenta a don Pedro. A continuación, se marcha de los pazos, sin despedirse ni siquiera de la niña. Por el camino, ve el cadáver de Primitivo. En Santiago, adonde han llegado rumores de lo sucedido, escucha todo tipo de comentarios, incluso sobre su supuesta relación con Nucha. El Arzobispo, para evitar escándalos, le destina a una pequeña parroquia del interior, aislada en plena montaña. Allí recibe la noticia de la muerte de Nucha y cree que es lo mejor que le ha podido suceder, para dejar de sufrir. Se acostumbra a vivir entre aquellas gentes humildes, como ellas, al ritmo de las estaciones de la agricultura. Y pasados diez años, le levantan la pena de destierro y vuelve a ser destinado a Ulloa.
XXX
Al volver, Julián se encuentra más viejo, y aunque la villa de Cebre ha progresado, la casa sigue igual. Va a ver la iglesia y visita el cementerio, adosado a ella. Allí está la tumba de Nucha, y arrodillado rompe a llorar. Llaman su atención unas risas juveniles: se trata de un adolescente y una niña de unos once años. Reconoce en ellos a Perucho y a Nené. Pero mientras aquel viste con prendas de calidad, esta lleva ropa vieja y zapatos rotos.
El narrador
La historia está contada en tercera persona por un narrador omnisciente, que conoce los hechos sucedidos en distintos lugares y llevados a cabo por diferentes personajes, e incluso los pensamientos y los sentimientos experimentados por cada uno de ellos.
Entre las características de la novela naturalista se encuentra el reflejo objetivo de las condiciones de vida en que se desarrolla la acción, fijando especialmente la mirada en las más degradadas y degradantes. Asimismo, en ese afán objetivador, los comportamientos de los personajes son considerados como el resultado de la influencia que ha ejercido el entorno sobre su educación, y se analizan desde un punto de vista casi científico. Sin embargo, el narrador de Los pazos de Ulloa no siempre muestra esa objetividad y ese distanciamiento que suelen caracterizar la omnisciencia. Así ha de entenderse su abierto posicionamiento tradicionalista y católico, alineado con los postulados carlistas, que lleva a la autora, por ejemplo, a mostrar entre líneas su benevolencia hacia la figura de Julián, su conmiseración hacia la de Nucha, su reprobación hacia las turbias maniobras de Trampeta, su desagrado por el comportamiento desordenado de los seguidores de este… Lejos de ese distanciamiento queda también la perspectiva casi subjetiva adoptada por el narrador en los capítulos XXVIII y XXIX, en los que los episodios son contados a partir de las impresiones que estos producen en los personajes de Perucho y de Julián, respectivamente.
Los personajes
En Los pazos de Ulloa se encuentran reflejadas todas las clases de la sociedad rural gallega de finales del siglo XIX. En la cúspide estarían los señores, herederos de una nobleza vinculada a la tierra, que hace ya tiempo que ha caído en decadencia, pero que ellos se empeñan en mantener, aunque sea solo en apariencia. El clero se halla representado por un grupo de curas chismorreos, glotones y bebedores, al servicio más de la aristocracia que de las gentes del pueblo. En cuanto a la clase política, en las elecciones se enfrentan dos caciques, uno carlista y otro liberal, pero ambos movidos, no por la ideología, sino por sus propios intereses. La masa popular estaría constituida por criados y arrendatarios, ignorantes, ruines y supersticiosos, que malviven trabajando para los señores, con el que tienen una relación de vasallaje casi feudal; entre ellos destaca el capataz, que ejerce su autoridad como si fuera el señor, pero sin serlo.
Fuera de ese ámbito rural, en la ciudad, encontramos a las señoritas casaderas, cuyo padre, que goza de cierta posición social, aspira a encontrar un marido digno de ellas.
Frente a toda esta casta tradicionalista, se sitúa el médico, de ideas progresistas, pero demasiado aficionado a la bebida.
Solo dos personajes parecen salvarse para la autora: Julián, el sencillo capellán, y Nucha, la mujer de religiosidad pura.
Principales
- Julián. Es el protagonista de la historia. Se trata de un joven capellán, de modales refinados, sensible, casi afeminado, que llega a los pazos de Ulloa para decir misa y ejercer como administrador. Ha sido recomendado a don Pedro por el tío de este, don Manuel de la Lage, en cuya casa se crió el joven, al ser hijo del ama. Es muy rígido consigo mismo y vive la religión con austeridad y sacrificio. La rectitud espiritual que se autoinpone le impide tolerar el amancebamiento existente entre don Pedro y Sabel, con lo que se propone instaurar en la casa una familia cristiana. Recomienda, por tanto, a su señor como esposa a Nucha, por la que siente devoción, considerándola casi una santa. Con ella entabla una estrecha relación, sobre todo a partir del nacimiento de Nené, y en efecto, a veces llega a parecer que está enamorado de ella, especialmente cuando accede a acompañarla en su huida de la casa. Los rumores de que esa relación pudiera haber sido pecaminosa hacen que Julián sea destinado a una pequeña parroquia de la montaña. Finalmente, regresa a Cebre como párroco.
- Don Pedro Moscoso. Señor de los pazos de Ulloa, que recibe la consideración de marqués, a pesar de carecer del título, y él se complace con recibir ese tratamiento. Es arrogante, autoritario, aficionado a la caza, orgulloso de ser heredero de una estirpe familiar noble vinculada a la tierra, cuya decadencia parece no haber percibido. Sin embargo, es un hombre carente de voluntad. Así, deja su hacienda en manos de su capataz, Primitivo, aun a sabiendas de que este le manipula. Está enganchado a una relación erótica, y a la vez posesiva y violenta, con Sabel, la criada, fruto de la cual tiene un hijo ilegítimo, Perucho. Aunque se siente atraído por Rita, siguiendo los consejos de Julián se casa con Nucha; eso hará que este matrimonio no funcione y se termine de romper cuando esta le da una hija, y no el hijo que él esperaba, para continuar su linaje. Es entonces cuando muestra también con ella su faceta de maltratador. Con la convocatoria de elecciones, su círculo de allegados le convence para que se presente como diputado, aunque él carece de unas convicciones políticas muy definidas.
- Nucha. Es una muchacha sensible, servicial, sumisa, hacendosa, de sentimientos profundamente religiosos. Responde al prototipo de buena esposa de la época. Es una de las cuatro hijas de don Manuel de la Lage y, por tanto, prima de don Pedro. A pesar de que no era la que más le gustaba para esposa y madre de su descendencia, este le pide su mano a su tío. Su salud delicada se resiente al dar a luz a Nené y eso afecta a su equilibrio mental: se siente amenazada en la casa por su rival, Sabel, por el manipulador Primitivo e incluso por su propio esposo, creyendo que les estorba a todos. Encuentra apoyo en Julián, incluso cuando le pide que la ayude a escapar de aquella casa. Al ser este expulsado, se ve sin respaldo y su debilidad física y su fragilidad mental se acentúan, hasta el punto de llevarla a la muerte.
- Primitivo. Hombre astuto e interesado. Es el capataz en los pazos, y a la vez es quien, desde la sombra, maneja los hilos de cuanto ocurre en la casa, sobre todo gracias a la inacción por parte de don Pedro. Así, tiene cautiva la voluntad de este a través de la relación que mantiene con Sabel. También tiene sujetos a todos los arrendatarios de la comarca, en virtud de la comida que les da, a costa de la despensa de su señor, pero sobre todo a través de préstamos usuarios que les ha hecho, con dinero que ha malversado engañando a don Pedro en la administración. Sus manejos llegan hasta las elecciones, en las que manifiesta apoyar a su señor, pero subrepticiamente lleva a cabo intrigas para que pierda. Esto le costará la vida.
- Sabel. Hija de Primitivo, y criada y cocinera en la casa. Mantiene una relación secreta, pero a la vez públicamente conocida, con don Pedro, fruto de la cual nació Perucho. Sus principios morales son muy relajados, lo que hace que se permita insinuarse incluso a Julián. En su cocina se juntan las mujeres del entorno y ella les provee de comida de la despensa de su señor. Se hace novia de un gaitero de la zona, pero su padre no le permite casarse, para no perder el control sobre don Pedro. Al morir Nucha, adquiere el papel de señora de la casa.
Secundarios
- Don Manuel de la Lage. Tío de don Pedro. Hombre de ideas conservadoras, que goza de cierta posición social en Santiago. Aspira a casar a sus cuatro hijas con jóvenes que correspondan a su nivel, y por ello ve con buenos ojos a su sobrino como pretendiente; lo que le sorprende es que este le pida la mano de Nucha y no de Rita, siendo esta más acorde con su carácter.
- Rita, Manolita y Carmen. Hermanas de Nucha. A Manolita la pretende un estudiante de Derecho y a Carmen un estudiante de Medicina. Rita tiene un temperamento más descarado y provocativo, lo que resulta atractivo para don Pedro; sin embargo, un mal rumor pesa sobre ella y eso hará que este finalmente se decante por la monjil Nucha.
- Don Eugenio. Párroco de Naya. Es un hombre de carácter afable, comprensivo y conciliador, con el que Julián congenia. Trata de que este sea indulgente con las faltas ajenas, y menos riguroso consigo mismo.
- El Arcipreste de Loiro. Contrario al anterior, es un hombre autoritario, conservador, que en las elecciones apoya, incluso por medios violentos, a la facción de Barbacana.
- Máximo Juncal, el médico. Hombre de ideas progresistas, defensor de los derechos de la clase trabajadora. Le gusta provocar a los clérigos, pero con Julián no consigue discutir. Su mayor defecto es su afición a la bebida.
- Perucho. Hijo ilegítimo de Sabel y don Pedro. Se cría sin supervisión alguna y por ello está acostumbrado a buscarse la vida por cualquier medio. No obstante, al margen de su falta de educación, algo en su carga genética le impide robar las monedas de su abuelo, cuando tiene ocasión. Al final, se le reconoce su posición como legítimo heredero de don Pedro.
- El señor de Limioso. Último descendiente de una casa señorial en decadencia. Su situación económica es ruinosa, pero mantiene intactos sus ideales de casta y sus aires de grandeza.
- Barbacana. Abogado del ayuntamiento de Cebre. Es un hombre autoritario, astuto y vengativo, de ideas conservadoras, que en las elecciones apoya la candidatura de don Pedro. Se siente traicionado por Primitivo y encarga su asesinato.
- Trampeta. Secretario del ayuntamiento de Cebre. Es un hombre atrevido, impulsivo y violento, de ideas liberales. En las elecciones recurre a todo tipo de artimañas para resultar vencedor.
La localización
La mayor parte de la acción de la obra se desarrolla en el pazo de Ulloa. Un pazo es una casa solariega gallega de tipo señorial, asociada a la pequeña hidalguía vinculada con la actividad agrícola y ganadera. El entorno natural que lo rodea se corresponde con una zona montañosa de la Galicia interior y aparece descrito como un lugar en estado salvaje: rudo, hostil, poco ameno, ingrato…
Dejando a un lado la parte de la historia que se desarrolla en Santiago (descrita también como una ciudad húmeda, sucia y en la que resulta poco agradable vivir), las referencias topográficas son imprecisas, cuando no ficticias, y no se corresponden con ningún ámbito geográfico concreto. Así, por ejemplo, Ulloa es una comarca que se ubica en el suroeste de la provincia de Lugo; sin embargo, la actividad política que se lleva a cabo con ocasión de las elecciones parece vincular la comarca en que se desarrolla la acción con la provincia de Orense. En la obra, los pazos de Ulloa pertenecen a la villa de Cebre, pero no existe en Galicia ningún lugar con ese nombre, y el más parecido, Cecebre, es una parroquia de La Coruña. También lo es Naya, mientras que Loiro pertenece a Orense y Boán a Lugo.
La cronología
En la narración se van introduciendo referencias al mes o a la estación del año en que suceden los hechos, e incluso se enmarcan en la época mediante fechas y citas históricas concretas, que permitirían establecer con precisión la cronología de la novela; sin embargo, como veremos después, se percibe cierto desajuste entre el desarrollo de la trama y dichas referencias.
Tres son los datos clave para ubicar cronológicamente la historia:
- Según una fecha que aparece en el capítulo IV, la acción comenzaría en el invierno de 1866 a 1867.
- A su regreso a los pazos desde Santiago, que se narra en el capítulo XII, Julián habla con don Eugenio y este le informa de la revolución que se acaba de producir: se trataría de la Gloriosa, que tuvo lugar en septiembre de 1868.
- Las elecciones a las que concurre don Pedro, narradas en el capítulo XXVI, se celebran en marzo de 1871.
Veamos cómo encajan estos tres datos en la cronología de Los pazos de Ulloa:
Primera parte
- Cap. I-V: La acción comienza en el invierno de 1866 a 1867.
- Cap. VI: Julián asiste a la fiesta de Naya, en honor a San Julián, que se celebra el 7 de enero. Aunque la dinámica de los acotecimientos narrados no lo indica, habría transcurrido un año y estaríamos a principios de 1868.
- Cap. VIII: Primitivo dice que tiene que supervisar el rareo de los castaños, labor que se realiza hacia febrero.
- Cap. IX-XI: Don Pedro y Julián se marchan a Santiago. En el capítulo X se menciona el Corpus, que se celebra a finales mayo.
- Cap. XI: Boda de don Pedro y Nucha, a finales agosto.
Segunda parte
- Cap. XII: Se dice que don Pedro y Julián han pasado medio año en Santiago, por lo que se deduce que ha sido entre marzo y septiembre de 1868. Cuando vuelve Julián, el abad de Naya le cuenta cómo la marina se ha sublevado, originando la revolución Gloriosa, de septiembre de 1868, que supone el destronamiento de Isabel II.
- Cap. XIII: A finales de marzo de 1869, don Pedro decide volver a los pazos con su mujer.
- Cap. XIV-XVI: Nucha está encinta y espera dar a luz para octubre.
- Cap. XVII: En octubre, nace la niña.
- Cap. XVIII-XiX: Primeros meses de la niña.
- Cap. XX: Llega el invierno.
- Cap. XXI-XXII. En diciembre, se van de cacería.
- Cap. XXIII: Mientras está bañando a los dos niños, Nucha descubre que Perucho es hijo de Pedro.
- Cap. XXIV-XXVI: Se convocan Elecciones, ya bajo el reinado de Amadeo de Saboya, y se lleva a cabo la campaña electoral. Se celebran el 8 de marzo de 1871, con el triunfo de la coalición progresista y liberal, encabezada por Francisco Serrano.
- Cap. XXVII-XXIX: Desenlace. Nucha decide marcharse, pero don Pedro la descubre y se lo impide. Julián es expulsado de los pazos y destinado a una aldea de la montaña.
- Cap. XXX: Epílogo. Diez años después, Julián regresa.
El desajuste se produce en torno a la celebración de las elecciones: estas tienen lugar en marzo de 1871 y esta fecha no guarda correlación con la que corresponde a los episodios inmediatamente anteriores y posteriores. En efecto, el capítulo XXIII sucedería a principios de 1870, cuando Nené todavía es una bebé, y en los capítulos XXVII-XXIX, que narran hechos posteriores a las elecciones, Nené sigue siendo una bebé, a la que el pequeño Perucho coge en brazos para esconderla en el hórreo, por lo que se deduce que entre unos y otros no han podido transcurrir muchos meses.
Por otra parte, con el fin de acercar lo más posible esa fecha de 1871 al resto de la cronología, es necesario introducir en los primeros capítulos un lapso de tiempo de un año, entre principios de 1867 y principios de 1868, que se correspondería con las primeras labores de administración y ordenación del archivo realizadas por Julián.
El naturalismo en Los pazos de Ulloa
Según hemos descrito al principio de este trabajo, el naturalismo es un movimiento que surge en Francia, de la pluma de Émile Zola, a partir del realismo, como una evolución de este: no se queda en el mero reflejo de la realidad, sino que se fija en aquellos aspectos más degradados de la sociedad. Además, lleva la objetividad al extremo, al proponer en sus obras un análisis científico de la realidad y plantear que el comportamiento de los hombres no obedece a su voluntad, sino que está determinado por sus orígenes y su entorno, es decir, por la genética heredada de sus padres, por la educación recibida y por el medio en que se desenvuelven cotidianamente. Así contemplados, los hombres no son individuos, sino partes integrantes de una masa social.
Como ya ha quedado también señalado, Emilia Pardo Bazán se separa de estos postulados, optando, frente al determinismo, por una consideración católica de la vida, que permitiría a los hombres decidir sobre su futuro, gracias al libre albedrío.
En Los pazos de Ulloa, la actuación de cada personaje se adecúa al entorno familiar y social del que procede. Sin embargo, esa dependencia está muy matizada. Así, por ejemplo, encontramos a don Pedro, que se comporta como corresponde a un señor de su clase, pero cuyas decisiones están muchas veces en manos de otros, que en principio dependerían de él. O a un grupo de clérigos, cuyo comportamiento en ocasiones se excede de mundano, lejos de lo que cabría esperar de quienes predican una vida virtuosa. El más claro ejemplo es el caso de Perucho, nacido en un entorno muy menesteroso, criado sin atenciones y obligado, en consecuencia, a ingeniárselas para sobrevivir; sin embargo, se resiste a robar las monedas de su abuelo cuando tiene ocasión, y la autora, en un intento de dar una explicación científica a este comportamiento, reflexiona, por voz del narrador, sobre la sangre noble que corre por las venas del pequeño.
4.- CONCLUSIÓN. UNA NOVELA DE CONTRASTES
Los pazos de Ulloa es una novela en la que aparecen contrastadas clases sociales, ámbitos, actitudes…
- En política, encontramos a una derecha tradicionalista, integrada por la hidalguía terrateniente, la oligarquía urbana, los clérigos, el cacique Barbacana… y frente a ella, una izquierda progresista, representada por el médico, el cacique Trampeta… Si bien la autora parece simpatizar más con los primeros, ninguna de las dos facciones aparece en la obra encarnando valores verdaderamente positivos, pues cada cual mira por sus propios intereses, no por el bienestar público. En el medio de las dos corrientes estaría Primitivo, que se suscribe a una u otra, según su conveniencia. El culmen del enfrentamiento de estas dos facciones se produce con ocasión de la celebración de las elecciones.
- En el ámbito socioeconómico, contrasta la vida tan diferente que llevan esa nobleza decadente integrada por los propietarios de las tierras y la alta sociedad de Santiago, y la clase popular, integrada por criados, arrendatarios y demás trabajadores.
- Por lo que respecta al entorno en que se desarrolla la historia, contrasta el medio rural, cerrado, rústico, degradado, casi asalvajado, con el ambiente urbano, cosmopolita, elegante, refinado, casi sofisticado.
- Por último, en lo que se refiere al plano emocional de los personajes, se percibe gran contraste entre la sensibilidad de Julián y de Nucha, y la rudeza del resto del elenco, desde el propio don Pedro hasta su tío don Manuel, pasando por el astuto Primitivo (que parece hacer honor a su nombre), la inmoral Sabel, el violento Arcipreste, el provocador médico… Este contraste en el aspecto emocional de la historia halla su mayor expresión en la contraposición de la virtud frente a la inmoralidad que supone la confrontación entre Julián y don Pedro (que en un momento de la obra llega a hacerse casi física), y entre Nucha y Sabel.
En cada uno de estos aspectos, las dos realidades en contraste representan dos mundos diferentes, en conflicto, que coexisten pero que no son capaces de convivir respetuosamente y menos aún de adaptarse la una a la otra. Y como en todo enfrentamiento, también en este hay quien goza del triunfo y quien resulta derrotado.