De las lecturas de mi niñez, hay algunas que no solo dejaron una huella importante en mi amor por las letras, sino que además constituyeron uno de los pilares fundamentales de mi educación personal. De entre ellas, recuerdo con especial cariño ciertas fábulas de Samaniego, un autor hoy olvidado, cuyas enseñanzas, si bien han quedado ya fuera de los actuales esquemas pedagógicos, en mi opinión encierran todavía un mensaje moral de validez universal.
Siguiendo el esquema de nuestro Comentario de textos definitivo, basado en seis pasos que permiten un análisis lo más completo y a la vez lo más sencillo posible, nos disponemos ahora a abordar una de las fábulas de Samaniego, a modo de muestra de la poesía didáctica de la Ilustración. En el siguiente enlace podéis descargar la explicación del procedimiento: ANEXO. El comentario de textos definitivo
En este mismo blog podéis encontrar las siguientes entradas con comentarios de texto:
- Romance del conde Olinos
- Al alba venid (canción de amigo)
- Poema de Mio Cid. “Embraçan los escudos…”
- Gonzalo de Berceo. El ladrón devoto (Milagros de Nuestra Señora)
- Arcipreste de Hita. Disputa de los griegos y los romanos (Libro de buen amor)
- Infante don Juan Manuel. Ejemplo X (El Conde Lucanor)
- Jorge Manrique. Coplas por la muerte de su padre
- Garcilaso de la Vega. “Escrito está en mi alma vuestro gesto…”, Égloga primera y «A Dafne ya los brazos le crecían»
- Gutierre de Cetina. Ojos claros, serenos
- Fray Luis de León. Oda a la vida retirada
- San Juan de la Cruz. Noche oscura
- Santa Teresa de Jesús. Vivo sin vivir en mí
- Miguel de Cervantes. La gitanilla (Novelas ejemplares)
- Francisco de Quevedo. Amor constante más allá de la muerte y “¡Ah, de la vida…!”
- Luis de Góngora. “Mientras por competir con tu cabello…”, «Ándeme yo caliente» y “Amarrado al duro banco…”
- Sor Juana Inés de la Cruz. “Al que ingrato me deja“
- Juan Meléndez Valdés. El amor mariposa
- Gaspar Melchor de Jovellanos. Sátira segunda A Arnesto
- José de Espronceda. Canto a Teresa y La canción del pirata
- Mariano José de Larra. El casarse pronto y mal
- Gustavo Adolfo Bécquer. Rima LXX y El Monte de las Ánimas
- Félix María Samaniego. Fábula del asno y el cochino
- Rubén Darío. Sonatina (Prosas profanas)
- Antonio Machado. A orillas del Duero (Campos de Castilla)
- Federico García Lorca. La aurora (Poeta en Nueva York)
- Pedro Salinas. Tú vives siempre en tus actos (La voz a ti debida)
Pero antes…
El asno y el cochino
A los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado.
Oh, jóvenes amables,
que en vuestros tiernos años
al templo de Minerva
dirigís vuestros pasos,
seguid, seguid la senda 5
en que marcháis, guiados,
a la luz de las ciencias,
por profesores sabios.
Aunque el camino sea,
ya difícil, ya largo, 10
lo allana y facilita
el tiempo y el trabajo.
Rompiendo el duro suelo,
con la esteva agobiado,
el labrador sus bueyes 15
guía con paso tardo;
mas al fin llega a verse,
en medio del verano,
de doradas espigas,
como Ceres, rodeado. 20
A mayores tareas,
a más graves cuidados,
es mayor y más dulce
el premio y el descanso.
Tras penosas fatigas, 25
la labradora mano
¡con qué gusto recoge
los racimos de Baco!
Ea, jóvenes, ea,
seguid, seguid marchando 30
al templo de Minerva,
a recibir el lauro.
Mas yo sé, caballeros,
que un joven entre tantos
responderá a mis voces: 35
«No puedo, que me canso».
Descansa enhorabuena;
¿digo yo lo contrario?
Tan lejos estoy de eso,
que en estos versos trato 40
de daros un asunto
que instruya deleitando:
los perros y los lobos,
los ratones y gatos,
las zorras y las monas, 45
los ciervos y caballos
os han de hablar en verso,
pero con juicio tanto,
que sus máximas sean
los consejos más sanos. 50
Deleitaos en ello,
y con este descanso,
a las serias tareas
volved más alentados.
Ea, jóvenes, ea. 55
Seguid, seguid marchando
al templo de Minerva,
a recibir el lauro.
Pero ¡qué! ¿os detiene
el ocio y el regalo? 60
Pues escuchad a Esopo,
mis jóvenes amados:
Envidiando la suerte del Cochino,
un Asno maldecía su destino.
«Yo, decía, trabajo y como paja; 65
él come harina, berza, y no trabaja.
A mí me dan de palos cada día;
a él le rascan y halagan a porfia.»
Así se lamentaba de su suerte;
pero luego que advierte 70
que a la pocilga alguna gente avanza,
en guisa de matanza,
armada de cuchillo y de caldera,
y que con maña fiera
dan al gordo Cochino fin sangriento, 75
dijo entre sí el jumento:
«Si en esto para el ocio y los regalos,
al trabajo me atengo y a los palos.»
1.- Localización del texto
El poema propuesto es una composición de Samaniego (1745-1801), uno de los principales poetas de la Ilustración española (siglo XVIII). Pertenece a su primer libro de Fábulas, y es además la primera, de manera que hace las veces de introducción y declaración de intenciones.
La Ilustración
En el siglo XVIII, un grupo de intelectuales reacciona frente al estilo barroco, que, de puro usado, había terminado ya por gastarse, por degenerarse, convirtiéndose en un simple afán de retorcer y complicar las obras sólo por imitación, sin un criterio estético como el que, en el siglo anterior, había animado a autores como Góngora, Quevedo, Calderón o los Argensola. Los ilustrados, que así se denomina a estos intelectuales, consideran que una literatura que no puede ser entendida por los lectores (o espectadores, en el caso del teatro) carece de sentido, pero sobre todo carece de utilidad: un mensaje que no llega a su destinatario no sirve para nada. Y proponen una vuelta a la claridad, a la sencillez, de manera que cualquier composición literaria pueda ser transmisora de contenidos que se entiendan. Pero su intención va más allá de lo meramente estético: su propósito obedece a un plan de instrucción de la sociedad, orquestado desde las altas instancias gubernamentales, que consiste en crear una literatura que contribuya a la formación intelectual, moral y social de quien la lee. Y cualquier escritor que aspire a tener éxito, ha de prestarse a ese juego.
El pensamiento ilustrado se caracteriza por una supremacía de la razón y la crítica, basadas ambas en la experiencia y apoyadas en la ciencia, frente a cualquier interpretación ideal o religiosa de la vida.
En este siglo (también denominado “Siglo de las Luces”), la felicidad no se concibe, por tanto, como algo que se ha de alcanzar más allá de la muerte, sino como algo concreto, a lo que se aspira cada día, en este mundo, y que puede lograrse a través del conocimiento, la cultura, el progreso…
La España de finales del siglo XVII era un país empobrecido, heredero de la crisis económica y espiritual en que había terminado degenerando el agotado esplendor del Barroco. Las clases trabajadoras vivían en la miseria, carentes de derechos y, lo que es peor, sumidos en la ignorancia. En contraste, la nobleza y el clero gozaban de amplios privilegios.
Al ascender al trono, Felipe V fortalece la autoridad de la monarquía y va reduciendo progresivamente los privilegios de la aristocracia y la iglesia.
Desde el poder, se promueve la educación del pueblo. Para ello, se publican libros, se traducen obras extranjeras, se conceden becas, se fomentan los viajes de estudio, se imprimen periódicos, se crean Academias (como la de la Lengua o la de Historia)… todo ello al servicio del ideario ilustrado oficial, cuyo fin no es otro que el de instruir a las clases populares y generar progreso económico y social.
En el plano artístico, se produce una reinterpretación del clasicismo: no se trata ya de una recuperación de sus principios estéticos (como ocurría en el Renacimiento), sino de una nueva visión de los mismos, y de ahí la denominación de Neoclasicismo.
En general, frente a la exageración y la complicación barrocas, ahora se busca la moderación y la simplicidad; frente al retorcimiento, la armonía; frente al pesimismo, el optimismo, la alegría, la diversión; frente al lenguaje complejo y artificioso, la claridad expresiva…
Se distinguen tres etapas en la literatura española del siglo XVIII:
– Antibarroquismo: durante la primera mitad del siglo, se mantiene la reacción contra los postulados estéticos del Barroco.
– Neoclasicismo: durante la segunda mitad del siglo, siguiendo los dictados de Ignacio Luzán en su Poética, y sin apartarse mucho de la línea antibarroquista, triunfa la corriente neoclásica, basada en una actualización de temas y estilos heredados de la antigüedad griega y latina. Tiene dos vertientes: una profunda, marcada por su búsqueda de la utilidad y su finalidad didáctica, y otra más ligera, conocida como Rococó, en la que predominan los temas pastoriles y la exaltación del placer y el amor galante. Las estrofas más habituales son las odas, las epístolas, las elegías y los romances.
– Prerromanticismo: a caballo entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, comienza a apuntar cierta tendencia hacia la expresión espontánea de los sentimientos y las emociones íntimas, como una reacción frente a la tiranía de la razón, que imponía la Ilustración, y frente a la concepción del amor como un sentimiento liviano y superficial, propia del Rococó.
Samaniego
Félix María Samaniego nace en Laguardia (Álava), en 1745. Estudia en Valladolid, pero también en Francia, donde toma contacto con los enciclopedistas y eso marca su forma de concebir las relaciones entre política, sociedad y cultura.
A su regreso, vive con su tío abuelo, el conde de Peñaflorida, en la villa guipuzcoana de Vergara, y se integra en la Sociedad Vascongada de Amigos del País. Comienza entonces su actividad literaria.
La influencia francesa se manifiesta en su concepción ilustrada de una creación literaria útil: enseñar deleitando, o, lo que es lo mismo, encerrar una enseñanza dentro de una obra sencilla, de manera que cale en el subconsciente del destinatario sin dificultad. Fruto de esta visión son sus Fábulas, que comienzan a publicarse en 1872. Se trata de 257 fábulas, distribuidas en nueve libros, en las que, imitando a grandes fabulistas, como Fedro, Esopo y La Fontaine, condensa píldoras de educación moral.
También compone poesía de contenido erótico, que se publica bajo el título de El jardín de Venus.
Pero de su influencia enciclopedística nace también una vena anticlerical, que le lleva a ser procesado por la Inquisición, y si consiguió librarse de la condena, fue gracias a la intercesión de sus influyentes amistades.
Muere en Laguardia, en 1801.
2.- Determinación del tema
El poema constituye una alabanza del trabajo positivo, invitando a aprovecharse de sus frutos y exhortando a no dejarse vencer por la pereza.
3.- Distribución de su estructura y resumen de su argumento.
La fábula se divide en dos partes bien diferenciadas, cada una con su propia forma y contenido, pero que se encuentran intrínsecamente vinculadas.
La primera parte es una exhortación a los alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado a centrarse en el estudio y no dejarse vencer por las tentaciones del ocio. Consta de 62 versos:
- 1-8: exhorta a los jóvenes a estudiar.
- 9-28: enseña que, aunque el trabajo sea duro, el esfuerzo al final compensa.
- 9-12: idea general: aunque el camino sea duro, el trabajo vence las dificultades.
- 13-20: ejemplo del labrador, que se esfuerza y al final obtiene su cosecha.
- 21-24: idea general: cuanto mayor es el esfuerzo, mayor satisfacción produce el resultado.
- 25-28: ejemplo del labrador, que, finalmente, vendimia satisfecho la uva.
- 29-32: estribillo: anima a los jóvenes a seguir estudiando.
- 33-54: el poeta reconoce el esfuerzo que supone el estudio, y, para que les sirva de descanso, les ofrece unas fábulas.
- 34-37: reconoce que el trabajo es duro.
- 38-50: recomienda el descanso, y para ello ofrece sus fábulas.
- 51-54: tras el descanso, volverán al trabajo con más fuerza.
- 55-58: estribillo: anima a los jóvenes a seguir estudiando.
- 59-62: enlace con la segunda parte (la fábula, propiamente dicha): no hay que dejarse tentar por la holgazanería.
La segunda parte es la fábula, en sentido estricto, pues en ella encontramos al asno reflexionando sobre sus condiciones de vida. Consta de 16 versos.
- 63-64: introducción, presentación de los personajes y de la situación.
- 65-68: lamento del asno, comparando su suerte con la del cochino.
- 69-76: el asno presencia la matanza del cochino y esto le hace recapacitar.
- 77-78: reflexión del asno y consecuencia moral de la fábula.
4.- Comentario de la forma y el estilo.
Como hemos indicado, cada una de las dos partes de que se compone el poema presenta una forma métrica diferente.
La primera es un romance en heptasílabos, que consta de 62 versos, de los que riman los pares en asonante a-o.
8 –
8 a
8 –
8 a
8 –
8 a
…..
La segunda está integrada por 16 versos endecasílabos y heptasílabos, sin una distribución regular en cuanto a la métrica, aunque sí en cuanto a la rima, ya que se agrupan de dos en dos, en pareados de rima consonante.
11 A -ino
11 A -ino
11 B -aja
11 B -aja
11 C -ía
11 C -ía
11 D -erte
7 d -erte
11 E -anza
7 e -anza
11 F -era
7 f -era
11 G -ento
7 g -ento
11 H -alos
11 H -alos
La estructura rítmica de la primera es de tradición popular, mientras que la de la segunda responde al modelo más frecuente de endecasílabo clásico, combinado aquí con heptasílabos, de manera que se crea en ella un eje central de acentuación fuerte en la sílaba sexta.
Para hallar una regularidad en el cómputo silábico, fundamental en la concepción poética neoclásica, es necesario acudir a distintos recursos métricos, tales como la sinalefa, el hiato, la diéresis y la sinéresis. Veamos algunos ejemplos:
Sinalefa. Unificación entre dos vocales separadas (última de una palabra y primera de la siguiente).
- Puede darse entre vocales iguales:
que_en vuestros tiernos años (v. 2)
con la esteva_agobiado (v. 14)
- Y también entre vocales que habitualmente formarían diptongo, pero que aquí pertenecen a palabras diferentes:
Si_en esto para el ocio y los regalos (v. 77)
- Forma parte de una sinalefa asimismo la /y/ cuando tiene entidad vocálica:
lo allana_y facilita / el tiempo y_el trabajo (vv. 11-12)
- También se produce entre vocales fuertes:
lo_allana y facilita (v. 11)
con la_esteva agobiado (v. 14)
- Y cuando una /h/ separa una vocal de otra:
él come_harina, berza, y no trabaja (v. 66)
Sinéresis. Articulación en una sola sílaba de dos vocales fuertes, que normalmente pertenecerían a sílabas diferentes:
como Ceres, rodeado (v. 20)
Podemos encontrar diversas figuras retóricas, tales como:
- Personificación: se atribuyen a animales cualidades de persona. La segunda parte del poema se construye a partir de la personificación del asno, y es que en esta figura estilística es donde reside la esencia de la fábula. Se anuncia en los versos 43-47:
los perros y los lobos,
los ratones y gatos,
las zorras y las monas,
los ciervos y caballos
os han de hablar en verso.
Y ya en la segunda parte encontramos al asno mostrando actitudes humanas: envidiando (v. 63), maldecía (v. 64), decía (v. 65), se lamentaba (v. 69), advierte (v. 70), dijo (v. 76), me atengo (v. 78).
- Apóstrofe. En varias ocasiones, el poeta se dirige a los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado:
Oh, jóvenes amables (v. 1)
Ea, jóvenes, ea (vv. 29 y 55)
Mas yo sé, caballeros (v. 33)
mis jóvenes amados (v. 62)
- Hipérbaton. Alteración del orden lógico-sintáctico de los elementos de la oración. Algunos son suaves:
el labrador sus bueyes
guía con paso tardo (vv. 15-16)
pero con juicio tanto v. 48)
Pero otros son algo más abruptos:
mas al fin llega a verse,
en medio del verano,
de doradas espigas,
como Ceres, rodeado (vv. 17-20)
y con este descanso,
a las serias tareas
volved más alentados (vv. 52-54)
- Polisíndeton: exceso de conjunciones.
los perros y los lobos,
los ratones y gatos,
las zorras y las monas,
los ciervos y caballos
os han de hablar en verso (vv. 43-47)
- Epíteto: adjetivo que no aporta ningún significado añadido al sustantivo al que acompaña: gordo Cochino (v. 75), penosas fatigas (v. 25)
- Estructuras paralelas:
A mayores tareas,
a más graves cuidados (vv. 51-52)
- Estructuras simétricas, según el esquema trabajo-como-come-trabaja:
Yo, decía, trabajo y como paja;
él come harina, berza, y no trabaja. (vv. 65-66)
- Estructuras bimembres:
es mayor y más dulce
el premio y el descanso (vv. 53-54)
- Aliteración: repetición del sonido /ya/, tanto cuando corresponde a /y/ como a /ll/:
ya difícil, ya largo,
lo allana y facilita (vv. 10-11)
- Sentido figurado: tiernos años (v. 2) = infancia, el templo de Minerva (v. 3) = el saber, el conocimiento
- Hipérbole: exageración.
A mí me dan de palos cada día;
a él le rascan y halagan a porfía. (vv. 67-68)
- Contraposición: el final de la fábula (vv. 77-78), en el que se encuentra la conclusión moral, se estructura en torno a una doble contraposición bueno/malo: ocio/trabajo, regalos/palos.
- Repetición: un término aparece duplicado, para dar más fuerza a su contenido.
seguid, seguid la senda (v. 5)
Ea, jóvenes, ea (vv. 29 y 55)
Seguid, seguid marchando (v. 56)
ANEXO. Recursos retóricos de la lengua cotidiana
Desde el punto de vista sintáctico-estilístico, en la composición se aprecia un predominio de oraciones simples o con subordinación sencilla. Esto hace que el poema apenas presente complejidad formal.
En cuanto a la categorización gramatical, en la primera parte predominan los sustantivos abstractos, acordes con el mensaje moral que encierra: ciencias, tiempo, trabajo, tareas, cuidados, premio, descanso, fatigas, juicio, máximas, consejos, ocio, regalo… Incluso algunos de los concretos, tienen un sentido figurado: templo, pasos, senda, camino…
En la segunda también encontramos sustantivos abstractos: suerte, destino, ocio, regalos, trabajo… Pero no son pocos los concretos, haciendo referencia a la diferente situación de los dos animales: paja, harina, berza, palos, pocilga, cuchillo, caldera… Además, en ella hay más verbos y están más cargados de acción que en la primera parte: trabajo, como, come, trabaja, dan de palos, rascan, halagan, avanza, dan fin, para, atengo…
En resumen, puede decirse que el autor utiliza un lenguaje sencillo, pero preciso y correcto, adecuado para el fin pedagógico que pretende conseguir.
5.- Comentario del contenido.
Al hablar del sentido del poema, hay que preguntarse, en primer lugar, por qué Samaniego recurre a un género como la fábula moral. La explicación es sencilla. En la Ilustración, el precepto primordial que rige la creación artística en general es, por encima de cualquier consideración estética, la utilidad: una obra sólo es bella si es útil, es decir, si reporta algún beneficio a la sociedad. Según este principio, la literatura se convierte en un vehículo de formación, que debe contribuir a hacer mejores ciudadanos y, por qué no, también mejores personas. La máxima de la literatura ilustrada es, pues, instruir deleitando, ya que no se concibe mejor modo de educar que mediante la amabilidad; o, lo que es lo mismo, siguiendo el lema de ridendo corrigo mores, en lugar del que propone que «la letra con sangre entra». Y así lo expresa el propio Samaniego en este poema:
que en estos versos trato
de daros un asunto
que instruya deleitando. (vv. 40-42)
La fábula combina una narración muy sencilla con un diálogo puesto en boca de animales, del que se extrae una conclusión moral, de aplicación universal e intemporal, todo ello envuelto en un tono amable y positivo. El resultado es un relato aparentemente ingenuo, casi infantil, pero cargado de significado ético y sumamente pedagógico.
Los dos poemas en que se divide esta fábula se encuentran, pues, vinculados entre sí, más que por la forma (que, según acabamos de ver, presenta notables diferencias), por el contenido, ya que el primero constituye la aplicación práctica de la fábula propiamente dicha, y esta última un ejemplo que facilita la asimilación del mensaje transmitido en el primero. Y para dejar más clara esta vinculación, Samaniego encaja entre ambas partes estos cuatro versos:
Pero ¡qué! ¿os detiene
el ocio y el regalo?
Pues escuchad a Esopo,
mis jóvenes amados (vv. 59-62)
De este modo, al contrario de lo que sucede en la generalidad de las fábulas, en las que la narración y la conclusión moral dan pie a que el lector reflexione y la aplique a un caso concreto, aquí Samaniego comienza por la aplicación, personalizándola incluso a través de la dedicatoria «a los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado», y a continuación narra la fábula del asno y el cochino, de la que dichos estudiantes (en realidad, todos los estudiantes) deberían aprender.
El campo semántico que impregna ambas partes de la composición es el del trabajo y sus circunstancias: trabajo, tareas, descanso, fatigas, me canso, descansa, descanso, trabajo, no trabaja, ocio…
Y en la primera parte, esa actividad se orienta hacia el estudio: templo de Minerva, ciencias, profesores sabios, lauro, instruya, máximas, consejos…
El sentido del conjunto es, pues, un canto a la laboriosidad y al esfuerzo, una exhortación a no dejarse arrastrar por la pereza que muestran otras personas. Si seguimos este consejo, al final, veremos recompensado nuestro sacrificio con los frutos de un trabajo bien hecho.
En el caso de los estudiantes, el esfuerzo, la aplicación y la constancia, conducen al conocimiento: es la senda que los lleva, guiados por sus profesores, «al templo de Minerva» (una imagen sencilla, con una referencia a la archiconocida diosa de la sabiduría). Para dar a la recomendación un carácter más visual, Samaniego acude a un ejemplo cercano: el trabajo de los labradores se ve compensado con la recogida de los frutos (una comparación fácil, acompañada de otra referencia clásica, en este caso a Ceres, diosa de la agricultura). Y remata el mensaje con una fábula: una breve historia, ambientada en el mundo animal, con un asno y un cochino que se comportan como personas, este último disfrutando de la vida regalada que le procuran sus dueños, y el primero envidiando la suerte de este y maldiciendo la propia, ya que no hace sino trabajar y recibir palos… hasta que llega el día de la matanza.
La moraleja del conjunto es clara, y típicamente ilustrada: debemos llevar una vida sencilla y laboriosa, estar satisfechos de nuestro trabajo y ser útiles y productivos para la sociedad, sin desfallecer ante el cansancio, ni dejarnos llevar de la pereza que podamos ver en los demás. Al final, la vida valorará nuestro esfuerzo y nos recompensará con los merecidos frutos.
El mensaje va explícitamente dirigido a los estudiantes, pero tampoco queda lejos de los profesores que los instruyen, y de los intelectuales en general; en realidad, su aplicación sería válida incluso para artesanos, campesinos, obreros y demás clases trabajadoras. Porque en el extremo contrario estarían los nobles, muchos de los cuales llevan una vida socialmente improductiva. El paralelismo entre estos y el cochino de la fábula se completa con la semejanza simbólica que guardarían la fiesta de la matanza, protagonizada por gentes empuñando cuchillos para dar buena cuenta del cerdo, y la rebelión popular armada que se produjo en Francia contra la monarquía y la nobleza, en la que muchos de sus miembros fueron pasados por la guillotina.
Desde este punto de vista, podemos apreciar cierto matiz de carácter social e ilustrado en el mensaje: hemos de aportar nuestro trabajo en beneficio de la sociedad, sin envidiar a quienes llevan una vida aparentemente regalada; a largo plazo, ser útil produce satisfacción, aunque sea a costa de un esfuerzo, mientras que ser un parásito no conduce sino a la degradación moral y al desprecio general.
Esta idea se refleja también en la famosa fábula de la cigarra y la hormiga: el trabajo es considerado una virtud social, que lleva implícita una importante dimensión de enriquecimiento moral para el individuo, mientras que la vida ociosa hace a los hombres improductivos, y por consiguiente, inútiles, prescindibles.
La fábula del asno y el cochino encierra, como hemos indicado, una enseñanza de validez universal e intemporal. De hecho, en el referido verso 61, el propio Samaniego reconoce haberse inspirado en Esopo, fabulista que vivió en la Grecia del siglo VI a.C. (¡hace más de 2.600 años!), y cuya fábula El buey y la becerra dice algo así:
Viendo a un buey trabajando, una becerra, que sólo se dedicaba a descansar y comer, se condolía de la suerte de aquel, alegrándose de la de ella.
Pero llegó el día de una importante fiesta religiosa y los hombres, descansando del trabajo, dejaron aparte al buey y cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey dijo con satisfacción:
– Mira becerra, ahora sabes por qué tú no tenías que trabajar: ¡es que estabas destinada al sacrificio!
Nunca te ufanes de la ociosidad, pues no imaginas qué mal puede acarrearte.
Para terminar, me gustaría dejar abierta una vía alternativa de reflexión sobre el sentido de esta fábula. Y es que, ahondando en el comportamiento de los dos animales, vemos que ni todo es positivo en el asno, ni todo negativo en el cochino. En efecto, este lleva una existencia ociosa y regalada, que le conduce a un desenlace trágico; pero no se trata de una forma de vida que él haya elegido, y ni siquiera puede optar a otra, encerrado como está en su pocilga. Además, hemos de reconocer que, no por el hecho de ser ociosa, deja de tener, al final, cierta utilidad para la sociedad.
En cuanto al asno, tampoco puede decirse que sea un espíritu totalmente puro, ya que no es capaz de apreciar el lado positivo de las cosas, si no es en comparación con una situación negativa: en principio, se muestra envidioso de la suerte del cochino y le gustaría llevar la misma vida que este… hasta que llega el momento de la matanza, y entonces se reconoce afortunado por aquella existencia que antes le hacía tan desgraciado. Ese «al trabajo me atengo y a los palos» no deja de ser un conformismo insano: puede que la felicidad no esté en la vida regalada, cierto, pero tampoco se encuentra en el sufrimiento por el sufrimiento. O lo que es lo mismo, conviene trabajar, esforzarse, sacrificarse… para poder sentirse satisfecho de unos frutos merecidamente conseguidos y, por consiguiente, realizado; pero de ahí a consolarse admitiendo que esos frutos consistan en recibir sólo palos en vez de la muerte, va un trecho.
6.- Interpretación, valoración, opinión.
La fábula del asno y el cochino, con su dedicatoria y aplicación previa a los jóvenes estudiantes del Real Seminario Patriótico Vascongado, es la primera del primer libro de Fábulas de Samaniego, lo que le confiere un carácter de declaración de intenciones: con su obra, el autor pretende dar recomendaciones, especialmente a los jóvenes, sobre el modo éticamente correcto de actuar.
En esta fábula, Samaniego exhorta al trabajo positivo, ese trabajo que ennoblece y produce satisfacción a quien lo realiza. Recomienda no seguir el ejemplo de los perezosos, quienes al final se sentirán inútiles y frustrados, y en particular se dirige a los estudiantes, animándoles a no apartarse del camino que conduce a la sabiduría.
La forma sencilla y el contenido moral de esta composición le confieren un carácter pedagógico, acorde con el objetivo utilitario que la Ilustración busca en la creación literaria.
Contemplada la fábula desde una perspectiva relativizadora (los comportamientos humanos no son siempre sólo positivos o sólo negativos), veremos que es recomendable para los estudiantes seguir un camino de esfuerzo, de sacrificio incluso, pero también encontrar tiempo para el ocio y la diversión, todo en su justa medida. Vivir únicamente holgando conduce a la ignorancia, a la ruina y a la frustración; pero vivir sólo para el estudio, conduce a la sinrazón, a la pérdida del sentido de la realidad… y, de algún modo, también a la frustración.
No quiero terminar sin señalar que, si bien es cierto que la literatura ilustrada tenía un concepto bastante frío de la creación, con tanto afán por la utilidad, la educación de los ciudadanos y demás pragmatismos, cumplió una importante función, que en su momento no fue suficientemente reconocida. De hecho, estos planteamientos, que respondían a una visión europeísta de la política, la sociedad y la cultura, llevaron a los ilustrados a ser considerados incluso traidores a la patria, a los valores tradicionales. Sin embargo, en el fondo, ellos no pretendían sino hacer avanzar a la sociedad, modernizar el país, educar a sus gentes, tratar de que la economía progresara… y si algo entendemos hoy de libertades civiles y de sociedad del bienestar, no cabe duda de que se lo debemos a ellos.