Sin duda La casa de Bernarda Alba es la obra teatral que mejor nos muestra al auténtico García Lorca, femenino, trágico, de sentimientos escondidos, frustrado por el conflicto entre el deseo y la realidad, y, sobre todo, permanentemente preocupado por el qué dirán.
En este mismo blog podéis encontrar las siguientes entradas con resúmenes de obras:
- El Poema de Mio Cid
- La Celestina
- El Diálogo de la lengua
- Menosprecio de Corte y alabanza de aldea
- El Quijote
- Fuenteovejuna
- El perro del hortelano
- El vergonzoso en palacio
- El Buscón
- La vida es sueño
- El médico de su honra
- Las Cartas marruecas
- El Informe sobre la Ley agraria
- El sí de las niñas
- Don Álvaro o la fuerza del sino
- Don Juan Tenorio
- María
- Trafalgar
- La Regenta
- Los pazos de Ulloa
- La barraca
- Sonata de primavera
- Sonata de otoño
- El árbol de la ciencia
- Luces de bohemia
- La casa de Bernarda Alba
- Nada
- Historia de una escalera
- El camino
- La ciudad y los perros
- Crónica de una muerte anunciada
Proponemos aquí dos posibles lecturas, de dificultad creciente:
- La primera consistiría en leer únicamente los subrayados. Según explicamos en nuestro post inicial, al tratarse de un resumen amplio, esta lectura sería suficiente para comprender la obra, y, lo que es más importante, darla por leída sin perder esos detalles tan valiosos sobre los que frecuentemente tratan las preguntas de examen, y que raramente aparecen en los resúmenes que circulan por la red.
- La segunda, que es la que nosotros recomendamos, requeriría leer la obra completa, fijándose especialmente en los subrayados, que, en este caso, servirían de ayuda para una más fácil comprensión del argumento.
Para hacerte una primera idea de lo que trata la obra, te aconsejo que no te pierdas este resumen gráfico:
Pero, antes de entrar en materia,
1.- Marco histórico-social
El primer tercio de siglo XX en España está marcado por la crisis política, social y económica que proviene de las postrimerías del siglo anterior y que había desembocado en la pérdida de las últimas colonias americanas.
Entre 1923 y 1930, el país está gobernado por el general Primo de Rivera. A esta dictadura le seguirá la proclamación de la Segunda República, en 1931, a la que puso fin el alzamiento militar de 1936, que dio lugar a la Guerra Civil.
En el ámbito internacional, pero con importantes repercusiones en España, se produce la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y, pocos años después, la gran depresión económica de 1929.
La Generación del 27
Bajo este nombre integramos a un grupo de escritores, fundamentalmente poetas, que componen su obra desde una perspectiva de vía de escape a la situación de crisis que atraviesa el mundo occidental.
Se les considera en cierto modo herederos del Novecentismo y de los movimientos vanguardistas, que habían roto con la temática y la estética del Realismo y el Naturalismo, fríamente apegados a la realidad cotidiana. Reciben una gran influencia de la denominada «poesía pura» de Juan Ramón Jiménez, una poesía introspectiva, desnuda, cargada de simbolismo. Las vanguardias se fijan sobre todo en el ámbito de los sueños (surrealismo), en la descomposición de la realidad (cubismo), en los avances tecnológicos (futurismo)… y consideran la creación artística como una actividad intelectual lúdica, de evasión.
En medio de este ambiente cultural, en 1927, varios poetas se reúnen para rendir un homenaje a Luis de Góngora, con ocasión del tercer centenario de la fecha de su muerte. Se trata de Pedro Salinas, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre…
Dicho homenaje nos da idea del planteamiento artístico que impulsa la fundación del grupo:
- Fusión de las formas y los temas de la poesía tradicional con un deseo vanguardista de renovación temática y estética.
- Atracción también por los clásicos, y en especial por Góngora, en quien confluyen poesía culta y poesía de tipo tradicional.
- Como alternativa a la crisis que los rodea, optan por la exploración del mundo de lo inconsciente, los sueños…
- Interés por temas profundos, de carácter subjetivo: el ser humano, el amor (en algunos casos prohibido), la vida, la muerte, el sentimiento de justicia…
- Reflejo de la realidad, y en especial de ese ámbito inconsciente, por medio de metáforas, imágenes y símbolos. Su intención no es describirla, sino representarla.
- Búsqueda de la belleza, como forma de distanciamiento de lo real.
- Los poemas son composiciones muy cuidadas desde el punto de vista estético: lirismo, armonía formal, belleza de imágenes, precisión léxica, etc.
- Las estrofas más utilizadas provienen de la poesía tradicional (romances, coplas…) y de la poesía clásica (sonetos, tercetos…). Pero también es muy frecuente el uso del verso libre, sin sujeción a metro ni a rima, en el que el esquema rítmico viene dado por las repeticiones, las estructuras paralelas…
- En teatro, cuatro son las facetas que cabe destacar en su creación: la depuración del teatro poético, la incorporación de las formas de vanguardia, la revitalización de lo cómico y el propósito de acercar el teatro al pueblo.
Algunos de los principales autores de la Generación del 27, son:
- Gerardo Diego. Su producción poética gira en torno a temas de contenido sentimental, religioso, etc. El romancero de la novia, Versos humanos, Versos divinos, Paisaje con figuras…
- Pedro Salinas. El tema central de su obra es el amor: La voz a ti debida, Razón de amor… En teatro, destacan Judith y el tirano y El dictador.
- Rafael Alberti. Su obra refleja la nostalgia de su tierra y también cierta idealización de la realidad: Marinero en tierra, Sobre los ángeles… De su producción teatral cabe destacar El hombre deshabitado y Noche de guerra en el Museo del Prado.
- Vicente Aleixandre. Es el autor más laureado de su generación: fue miembro de la Real Academia y obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1977. Su obra gira en torno a temas humanos, tales como los sentimientos, la vida o la muerte: La destrucción o el amor, Sombra del Paraíso, Historia del corazón…
- Jorge Guillén. Su obra se inscribe inicialmente dentro de la llamada «poesía pura». En Cántico expresa su entusiasmo por el maravilloso don de la vida. Sin embargo, posteriormente, la conciencia de la realidad dolorosa le llevará a componer una obra de sentido contrario: Clamor.
- Luis Cernuda. Compone una poesía sensible, melancólica y dolorosa, pero a la vez sumamente intelectual: Égloga, elegía, oda, Los placeres prohibidos, Donde habite el olvido…
- Federico García Lorca. En el siguiente apartado analizaremos en profundidad su vida y su obra.
- Miguel Hernández. Es el más joven del grupo. Prácticamente no convive con el resto de sus integrantes, y eso hace que se cuestione su pertenencia a él. Su poesía es apasionada, tanto cuando habla de sentimientos (El rayo que no cesa, Cancionero y romancero de ausencias), como cuando expresa su pensamiento político (Viento del pueblo). En teatro, pueden citarse obras como Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, El labrador de más aire…
- Alejandro Casona. Combina magistralmente la realidad y la fantasía. Destacan obras como La sirena varada, Nuestra Natacha, Prohibido suicidarse en primavera o La dama del alba.
- Max Aub. Escribe comedias de vanguardia en torno a la incapacidad del hombre para comprenderse a sí mismo y para comunicarse con los demás. Cabe citar obras como Crimen o Espejo de la avaricia. En el exilio escribe un teatro de temática comprometida y antibelicista: Morir por cerrar los ojos, El rapto de Europa, No, etc.
- Enrique Jardiel Poncela. Partiendo de los esquemas vanguardistas, llevó a cabo una renovación de la comedia, buscando el humor a través del elemento sorpresa. Destacan obras como Usted tiene ojos de mujer fatal, Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, etc.
- Miguel Mihura. Su obra se enmarca más dentro del teatro del absurdo. Constituye una reivindicación de la libertad frente a los convencionalismos sociales. Entre sus principales obras están Tres sombreros de copa, Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.
Después de la Guerra Civil, en 1939, aunque los autores que sobreviven continúan con su actividad literaria, el grupo desaparece como tal: García Lorca es asesinado; Miguel Hernández muere en prisión; Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Alejandro Casona y Max Aub se exilian, y Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Miguel Mihura y Jardiel Poncela permanecen en España.
Federico García Lorca
Nace en Fuente Vaqueros (Granada), en 1898, en el seno de una familia acomodada.
Estudia Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Granada, y participa en tertulias literarias.
En 1919 se traslada a Madrid, a estudiar en la Institución Libre de Enseñanza, donde conoce a grandes intelectuales del momento, como Juan Ramón Jiménez, y además traba una estrecha amistad con compañeros como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. También comienza su actividad literaria, con la publicación de Libro de poemas.
En 1921, conoce en Granada a Manuel de Falla, con quien colabora en varios proyectos en torno al folclore andaluz. Fruto de esa relación será su Poema del cante jondo.
Mantiene una intensa amistad con Salvador Dalí y, entre 1925 y 1927, una relación sentimental con el escultor Emilio Aladrén.
En 1927 participa en el acto que algunos poetas celebran en Sevilla para conmemorar los trescientos años de la muerte de Luis de Góngora, y que constituirá el punto de arranque común del grupo denominado Generación del 27.
Ese año publica Canciones y al siguiente el Romancero gitano, dos obras que le proporcionan gran éxito literario, pero que a la vez le encasillan en un registro folclórico que él pretende superar.
En 1929 viaja a Nueva York y el contacto con aquel mundo capitalista, tecnificado y deshumanizado le impacta negativamente, impresiones que plasmará en su obra Poeta en Nueva York.
A su regreso a España, en 1931, funda la compañía teatral itinerante La Barraca, integrada por estudiantes universitarios, con la que va representando por la geografía española obras de teatro clásico.
En 1933 viaja a Buenos Aires, donde dirige la representación de Bodas de sangre, Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa y El retablillo de don Cristóbal.
A su vuelta a España, en 1934, escribe y representa algunas de sus obras más famosas: Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba…
Pero en aquellos momentos el país atraviesa una situación de inestabilidad política: los sectores de la derecha adoptan una actitud agresiva, e incluso violenta, hacia el gobierno republicano y sus partidarios. Así, Lorca se convierte en objeto de ataques por parte de la prensa reaccionaria, no solo por sus amistades con personajes de ideología progresista, sino también por su homosexualidad.
Y en agosto de 1936, un mes después de la sublevación militar que había dado lugar a la Guerra Civil, García Lorca es apresado y fusilado.
Obra poética
La poesía de Lorca constituye una expresión del sentimiento trágico de la vida, con una constante presencia del amor y de la muerte, estrechamente vinculados entre sí.
Aunque, en general, en toda ella predomina un tratamiento próximo a lo tradicional y en conjunto tiene una serie de elementos temáticos y estilísticos que le dan unidad, podemos distinguir en su producción poética tres etapas:
- La primera estaría más influenciada por la estética del Novecentismo y la «poesía pura». Comprendería obras como Impresiones y paisajes y Libro de poemas.
- La segunda estaría inspirada en el folclore andaluz (incluyendo el tópico que asocia a este el mundo gitano), siempre contemplado desde una perspectiva trágica. A ella pertenecerían Canciones, Poema del cante jondo y Romancero gitano.
- En la tercera, más madura, el poeta proyectaría sobre su obra sentimientos profundos de soledad, frustración, amargura… Incluiría Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit, Sonetos del amor oscuro…
El estilo característico de la poesía de Lorca resulta, pues, de la combinación de elementos populares, cultos y vanguardistas, unificados todos ellos por el uso recurrente de determinadas metáforas. Se trata de imágenes sumamente expresivas, cargadas de significado, con frecuencia difíciles de comprender, que suelen relacionar realidades muchas veces contradictorias: así, por ejemplo, la luna suele vincularse con la fecundidad, pero también con su contrario, la muerte; lo mismo sucede con el agua, que puede sugerir tanto vida como muerte; o la sangre, que asimismo remite a la sexualidad o a la muerte; el caballo suele hacer referencia a la masculinidad; el toro y las navajas a la muerte…
Obra teatral
Por lo que respecta a su producción teatral, que bebe de las fuentes de teatros tan diversos como el modernista, el barroco y el de títeres, está también cargada de poesía y de simbolismo. Puede agruparse en cuatro bloques:
- Farsas: La zapatera prodigiosa, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, El retablillo de don Cristóbal…
- Dramas: Doña Rosita la soltera, Mariana Pineda y La casa de Bernarda Alba.
- Tragedias: Bodas de sangre y Yerma.
- Obras «irrepresentables»: El público, Así que pasen cinco años…
La casa de Bernarda Alba
Escrita en 1936, no pudo ser estrenada hasta 1945, hecho que tuvo lugar en Buenos Aires. En España no se representa hasta 1964.
Su subtítulo es «Drama de mujeres en los pueblos de España», lo que pone de relieve el carácter femenino de las protagonistas, sin circunscribir los hechos a ninguna región concreta. Su categorización como drama nos habla de una historia humana, cotidiana, carente de esa dimensión simbólica y universalizadora que caracteriza a las tragedias.
Tema
La obra narra el conflicto entre el autoritarismo de Bernarda, que, a la muerte de su marido, se empeña en ejercer un control férreo sobre sus hijas, y el ansia de libertad de estas, que buscan desesperadamente el modo de eludir tal control.
La casa de Bernarda Alba constituye una denuncia contra la situación de la mujer en el ámbito rural de principios del siglo XX, permanentemente sometida al hombre y, en ausencia de este, a la opinión de los demás.
Con este tema se van entrelazando otros, como el ansia de libertad, el amor carnal, las envidias familiares, el respeto a las tradiciones, los matrimonios de conveniencia…
Estructura y argumento
La obra se divide en tres actos, que coinciden con la estructuración clásica: presentación, nudo y desenlace. Pero internamente, presenta una estructura circular, ya que termina como empieza: con una muerte y el anuncio del comienzo del luto en la casa. En este mismo sentido, hay que señalar que, de forma significativa, la primera palabra que pronuncia Bernarda es «¡Silencio!», y con esta misma imposición cierra la obra.
La acción se desarrolla en el interior de la casa de Bernarda Alba, inmediatamente después de morir el marido de esta, Antonio María Benavides. Con ella viven sus cinco hijas: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela. La primera es fruto de un matrimonio anterior, lo que establecerá ciertas diferencias con las demás. También están en la casa la Poncia, criada de confianza, y otra criada, y María Josefa, la madre de Bernarda, encerrada porque padece demencia senil.
Acto primero
Suenan las campanas, que doblan por el difunto. En escena, la Poncia y la criada limpian la casa, preparándola para las mujeres del duelo. Hablan de Bernarda y la describen como una mujer despótica. Pero no le envidian la situación: acaba de quedarse viuda y tiene cinco hijas a las que mantener. De ellas, solo Angustias, la mayor, que es hija de un matrimonio anterior, cuenta con algo de patrimonio, heredado de su padre.
Entran Bernarda y sus hijas, acompañadas de las mujeres del duelo; los hombres, por respeto, permanecen en la calle.
Rezan un responso por el alma de Antonio María Benavides y las mujeres se marchan. También se va Angustias.
Se queda a solas Bernarda con las demás y, con actitud dura, ordenándoles que contengan las lágrimas, les advierte que, a partir de ese momento, comienzan ocho años de luto, durante los que no se admitirán visitas en la casa y ellas se dedicarán a bordarse el ajuar.
Magdalena protesta porque con ese encierro será difícil que se casen, pero Bernarda le dice que se hará como ella mande. Vuelve entonces Angustias, y Adela descubre a todas que la ha visto asomada a la ventana, mirando a los hombres que venían acompañando al duelo. Bernarda se enfada y la pega con el bastón. Las echa a todas y se queda a solas con la Poncia. Esta le reprocha que no haya permitido a sus hijas tener novio, y ella replica que los del pueblo no tienen categoría suficiente. Salen.
Entran Amelia y Martirio, que se lamentan de que, para casarse, los hombres actúan por propio interés, y después imponen su voluntad a las mujeres y las sujetan para que nadie tenga motivos para murmurar. Se suma Magdalena a la conversación y, tras poner de manifiesto lo desesperadas que están todas con la sujeción a que las somete la madre, especialmente la pequeña Adela, cuenta a sus hermanas cómo Pepe el Romano va a pedir la mano de Angustias. Crece entre ellas la envidia, sobre todo porque no es el amor lo que le mueve, sino la dote económica que ella aportaría al matrimonio. Adela se muestra muy sorprendida de este compromiso, casi sin darle crédito.
Entra la criada diciendo que Pepe el Romano viene por la calle y las cuatro se marchan a sus habitaciones, a asomarse a la ventana.
Aparece Bernarda e inmediatamente entra Angustias, con la cara pintada. Aquella la reprende por no guardar el luto, pero esta le replica que el muerto no era su padre. Discuten y, a las voces, entran las hermanas. Bernarda les recuerda que en esa casa siempre se hará lo que ella mande.
Entra María Josefa, que se ha escapado de su encierro. Entre la lucidez y el delirio, dice a sus nietas que ninguna se va a casar, y expresa el deseo de casarse ella.
Acto segundo
Angustias, Martirio, Magdalena y Amelia están cosiendo su ajuar, bajo la supervisión de la Poncia. Se lamentan de su suerte, salvo Angustias, que ve cerca el final de su encierro, gracias al compromiso con Pepe el Romano.
Las demás, movidas por la envidia, consideran extraño este compromiso. Y sugieren que algo raro sucede, cuando Angustias dice que Pepe se marchó a la una de su encuentro con ella en la reja de la ventana y, sin embargo, la Poncia asegura que le vio marcharse a las cuatro.
Aparece en escena Adela, que estaba durmiendo. A las preguntas (con algo de mala intención) de si está enferma o ha pasado mala noche, responde con un desaire. Bernarda llama a sus hijas y salen todas, menos Adela, que se queda a solas con la Poncia. Esta aprovecha para increparla, porque se ha dado cuenta de que ha puesto los ojos en Pepe el Romano, sin considerar que está comprometido con su hermana Angustias. La joven responde desafiante, asegurando que pasará lo que tenga que pasar.
Regresan las hermanas y hablan sobre la reciente llegada de los jóvenes segadores, y se lamentan de su encierro. Al oírlos cantar, Magdalena, Adela y la Poncia se marchan para verlos pasar desde la ventana, y se quedan a solas Amelia y Martirio. Estas comentan cómo llevan varias noches oyendo ruido en el corral.
De pronto, aparece Angustias furiosa, porque alguien le ha quitado el retrato de Pepe que tenía bajo la almohada. Al escándalo, entra Bernarda y ordena a la Poncia que registre las habitaciones. Sorprendentemente, el retrato aparece en la de Martirio. Esta se excusa diciendo que ha sido una broma, pero todas saben que ha sido por envidia. Bernarda, enfadada, las echa de allí y se queda a solas con la Poncia. Esta la advierte que las hijas están exaltadas, disconformes con el encierro y envidiosas de la boda de Angustias. Pero Bernarda responde airada que ella tiene controlada su casa y sus hijas acatarán lo que ella ordene. La Poncia la advierte entonces para que tenga cuidado, porque han visto a Pepe marcharse a las cuatro de la madrugada. Aparece Angustias furiosa diciendo que eso es mentira, ya que ha estado con él en la reja de la ventana hasta la una. Martirio confirma lo de las cuatro y Adela intenta desviar la atención. Entra en ese momento la criada diciendo que una vecina, que se había quedado embarazada de no sé sabe quién, al dar a luz ha matado a su hijo, para ocultar su deshonra, y ahora los vecinos quieren ajusticiarla. Las hermanas acuden a secundar el linchamiento, menos Adela, que se queda sola, agarrándose el vientre horrorizada.
Acto tercero.
Bernarda y sus hijas están cenando. Las acompaña Prudencia, con quien aquella comenta la importancia de la obediencia de las hijas. Interrumpen la conversación los golpes que da el caballo en el corral, inquieto porque huele a las yeguas.
Cuando se va Prudencia, salen Adela, Amelia y Martirio a tomar el fresco. Bernarda y Angustias se quedan charlando. Cuando regresan las hermanas, comentan que la noche está muy oscura, apropiada para ladrones. Angustias se va a acostar, porque Pepe no podrá acudir esa noche a su cita diaria en la reja. Se van también Amelia, Magdalena y Adela. Martirio sale al corral.
Se quedan nuevamente a solas Bernarda y la Poncia y esta aprovecha para volver a advertirle que debe estar alerta, pero ella insiste en que en su casa lo tiene todo bajo control. Cuando se va a acostar, la Poncia y la criada hablan libremente sobre la situación: Adela y Pepe el Romano tienen relaciones, y Martirio también lo desea con desesperación.
Los perros ladran porque han detectado la presencia de alguien.
Cuando las criadas se van a acostar, Adela pasa sigilosamente hacia el corral.
A continuación, sale Martirio, pero aparece también la abuela María Josefa, que se ha escapado de su encierro. Esta, a pesar de su demencia, se ha dado cuenta de la situación de la casa y advierte a su nieta del peligro que supone rondar todas a un mismo hombre.
Martirio consigue deshacerse de ella, pero, cuando va a salir al corral, se cruza con Adela, que regresa. Las hermanas discuten porque ambas quieren a Pepe para sí, estando dispuestas incluso a mantener con él una relación oculta, cuando se case con Angustias.
Llega entonces Bernarda y Martirio le descubre la relación de Adela con Pepe. La joven se enfrenta con su madre y esta coge la escopeta, sale al corral y dispara a Pepe, que logra escapar. Adela se encierra en una habitación y, cuando consiguen forzar la puerta y entran, la encuentran colgada.
Bernarda impone orden y silencio: ocultarán la deshonra y asumirán que deben seguir manteniendo el luto y el aislamiento.
Personajes
Todos los personajes presentes en la obra son femeninos. El único personaje masculino, Pepe el Romano, no aparece nunca en escena, a pesar de tener un papel muy relevante, como desencadenante del conflicto.
Bernarda Alba
Es la madre y, desde la muerte del marido, máxima autoridad de la casa.
Trata de tener bajo control a sus hijas y criadas, a través de un autoritarismo extremo, impositivo, irracional… que se refleja perfectamente en la advertencia que lanza a sus hijas, al final del primer acto: «¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante, mandaré en lo mío y en lo vuestro!», por no hablar de los momentos en que blande contra ellas su bastón.
Pero ella misma es presa de los convencionalismos morales y sociales, siempre pendiente del qué dirán, de la opinión de las vecinas…
La expresión que sintetiza estas dos actitudes ante la vida es ese «¡Silencio!» que impone al principio y al final de la obra: autoritarismo irracional y temor a que los demás conozcan sus intimidades domésticas y murmuren.
Las hijas
Aunque se habla de ellas en bloque, son muy distintas entre sí, y, sobre todo, muestran una actitud diferente frente a la autoridad materna.
- Angustias, la mayor, es hija de un primer matrimonio de Bernarda, y por ello tiene derecho a una herencia, que no pertenece al resto de sus hermanas. Su edad y su aspecto poco agraciado no la convierten en objetivo matrimonial. Sin embargo, su dote hace que Pepe el Romano se interese por ella. A pesar de ser la que más cerca tiene la salida de la casa, no por eso deja de guardar respeto a su madre.
- Adela, la pequeña, es la que manifiesta una postura más rebelde y desafiante. Es la que más abiertamente se enfrenta a su madre. Su ansia de libertad se funde con el deseo que impregna su carne joven, y no encuentra otra salida que entregarse a Pepe el Romano, el prometido de su hermana Angustias, el único hombre autorizado a acercarse a la casa.
- Martirio muestra envidia hacia Angustias, por la vía de escape que supone la relación con Pepe. Por ello no duda en insinuarse a este, e incluso en disputarle a Adela su posición como amante.
- Amelia y Magdalena son las hijas que se muestran más resignadas con la situación.
Las criadas
- La Poncia lleva muchos años al servicio de la casa y eso le proporciona una situación de privilegio, al permitirle cierta confianza con Bernarda e incluso algo de autoridad con sus hijas. Intuye lo que está sucediendo en la casa y trata de advertir a su señora de la sombra de deshonra que la acecha, pero la soberbia impide a esta admitir consejos del servicio. Ante ello, opta por mostrarse prudente y reservada.
- La Criada ocupa un nivel inferior en la escala de la servidumbre, pero a la vez se sabe socialmente superior a la mendiga, hacia la que muestra menosprecio. Este sentimiento tiene asimismo una proyección ascendente, pues también desprecia a Bernarda y a su difunto señor, que aliviaba con ella sus necesidades sexuales.
Las mujeres del duelo
Desempeñan un papel coral, que por un lado cumple con el deber de acompañar a la viuda en el duelo, pero por otro pone de manifiesto el sentimiento que Bernarda despierta en el pueblo: la consideran una persona mala, criticona, retorcida…
Constituyen el juez que puede determinar si la conducta de Bernarda y de sus hijas se ajusta o no a la moralidad religiosa y social.
Relaciones entre los personajes
La jerarquía
Entre los personajes principales de la obra existe una relación fuertemente jerarquizada.
En lo más alto está Bernarda. Ella es quien marca las normas y es la autoridad que hace que se cumplan. Es juez y verdugo.
A continuación, están las hijas. Pero de entre ellas, Angustias, la mayor, ocupa un lugar preeminente, por ser hija de un primer marido de Bernarda y tener derecho a la herencia de este. Entre el resto de las hermanas existe cierta igualdad, aunque todas tratan de mostrar autoridad sobre la pequeña Adela, autoridad que ella no admitirá.
Por debajo de ellas estaría la Poncia; sin embargo, el grado de confianza que tiene con Bernarda le confiere no poca autoridad en la casa. Y por fin en el nivel más bajo estaría la criada, que a su vez se considera superior a la mendiga.
La anciana María Josefa, aquejada de demencia senil y encerrada en su habitación, ya no ocupa ningún lugar en esta jerarquía doméstica.
Bernarda frente a sus hijas: la obediencia debida
Bernarda se empeña en ejercer un control férreo sobre sus hijas, tratando de que se sometan a su voluntad. Esta es la situación que viven las mujeres en la España rural de principios del siglo XX, fuertemente condicionada por la tradición y la religión: las niñas crecen sometidas a sus padres y la única vía que tienen para escapar al control paterno es casarse, a pesar de que con ello pasan a estar sometidas al control del esposo… permaneciendo siempre relegadas al ámbito doméstico. Así, vemos cómo Angustias acepta que Pepe el Romano la haya pedido en matrimonio solo por su dinero, con tal de poder salir de la casa.
Pero no es posible controlar lo que hacen cinco personas adultas las veinticuatro horas del día: la voluntad de cada una, la necesidad de independencia, el deseo de ser libres, son al final más fuertes que las ataduras que les intenten imponer. Y así, la actitud rebelde de Adela demuestra que no hay poder, por férreo que sea, que no pueda ser cuestionado, e incluso burlado, cuando a uno le mueven auténticas ansias de libertad; y que, en último extremo, siempre cabe optar por la muerte liberadora.
Las hermanas: la envidia
El fallecimiento del padre condena al luto y la reclusión a las cinco jóvenes, en la flor de la vida. La posibilidad de que una de ellas, Angustias, pueda escapar del encierro a través de su boda con Pepe el Romano desata las envidias entre las demás. Y ya que no pueden casarse todas con él, al menos tratan de satisfacer sus deseos dentro de esa cárcel que es su casa: Martirio, enamorada de forma platónica, sustrae el retrato de Pepe que Angustias tenía guardado; pero es Adela la que consigue consumar las relaciones con él. Esto desata una doble envidia en Martirio: hacia Angustias, que se ha comprometido sin amor, y hacia Adela, que ha conseguido seducirle.
La envidia empieza enfrentando a todas contra Angustias, por esa herencia que le permite tener un pretendiente que la saque de la casa, pero termina por extenderse entre las demás, sobre todo por la audacia de Adela al convertirse en amante de Pepe.
Las vecinas: las apariencias y el qué dirán.
Ya hemos visto que Bernarda tiraniza a sus hijas y a sus criadas, al tratar a toda costa de tenerlas sometidas a su voluntad. Pero a la vez ella misma no puede evitar verse tiranizada por la opinión pública: vive obsesionada por el qué dirán, por mantener las apariencias, y así se obceca en tener controlada su casa de puertas adentro, con la intención de que nada que pudiera dar que hablar salga de aquellas cuatro paredes. Según esto, hay que respetar las costumbres, guardar el luto… Incluso dentro de la casa, hay que obedecer, callar, ocultar los sentimientos, reprimir los deseos… Y es que el pueblo está siempre dispuesto a juzgar y a condenar.
Bernarda actúa como correa de transmisión, al tratar de imponer en su casa los mismos límites de la buena moral a los que ella misma está sometida. Sin embargo, como hemos visto, esos límites no se respetan, ni por los de fuera ni por los de dentro de la casa, y, lo que es peor, ni siquiera es posible impedir que las transgresiones sean conocidas por otros.
Finalmente, dentro de ese ambiente de represión, el ansia de libertad desembocará en tragedia.
Espacio y tiempo
Toda la acción transcurre en el interior de la casa de Bernarda Alba, supuestamente ubicada en una aldea de Andalucía, pero con un valor casi universal (sobre todo a la luz del subtítulo de la obra, que la clasifica como un «Drama de mujeres en los pueblos de España»).
La acción se desarrolla en medio de una atmósfera asfixiante, en parte por el calor estival, pero sobre todo por la opresión que ejerce la madre sobre sus hijas y sobre la servidumbre.
Por lo que respecta al tiempo, en la primera acotación se indica que «es verano», y así se refleja en el calor que los personajes dicen sufrir y en la llegada de los temporeros al pueblo, probablemente para la siega. En cuanto al momento del día, el primer acto se desarrolla por la mañana (Angustias pregunta la hora y Magdalena responde «Ya deben ser las doce»); el segundo, por la tarde, momento en que las mujeres se sientan a coser (la Poncia dice «Hace un minuto dieron las tres»), y el tercero por la noche (así se indica en la acotación).
Lo que no se explicita es el tiempo que transcurre entre un acto y otro: entre el primero y el segundo, se deduce que pasa un tiempo razonable como para que ya haya dejado de estar reciente la muerte del padre y se haya podido fraguar el compromiso de Pepe el Romano con Angustias; pero entre el segundo y el tercero, no puede mediar mucho tiempo, porque todavía se mantiene vivo el rencor de Angustias hacia Martirio, por haberle quitado el retrato de Pepe.
Estilo
Lorca combina magistralmente las referencias a la realidad, que dan concreción y verosimilitud a la obra, con un toque de simbolismo, que le da cierto carácter universal.
Así, al principio de cada acto, vemos respectivamente a las criadas limpiando, a las muchachas cosiendo y a la familia cenando. El lenguaje que utilizan los personajes es coloquial y muy directo, incluyendo insultos, frases hechas…
Sin embargo, la obra está impregnada de un lenguaje poético, sin escatimar incluso en metáforas y símbolos, que contribuye a crear esa atmósfera de universalidad.
Así, aunque está escrita en prosa, incluye algunos poemas, como la letanía del duelo, la canción de los segadores o la nana que María Josefa canta a su oveja-niño.
No son pocas las metáforas introducidas en los parlamentos de los personajes. Así, la casa es comparada por la Poncia, al comienzo del segundo acto, con un convento (mujeres vírgenes recluidas) y por Adela, al final del tercero, con un presidio (por la falta de libertad); Angustias se refiere a ella, en el principio del segundo acto, como un infierno, del que ella está a punto de salir. No resulta menos metafórica la declaración que, en el segundo acto, hace Adela de su pasión: «Por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca». «Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente».
Y por lo que respecta al simbolismo, cabe citar, por ejemplo, el contraste entre las blancas paredes de la casa y el negro de los vestidos de luto, o la aparición de la anciana María Josefa, con una oveja en los brazos, como si se tratara de un bebé: ella, demenciada, irracional, resulta más lúcida en su percepción de la realidad que la propia Bernarda.