El resumen definitivo de Trafalgar, de Pérez Galdós

A mediados del siglo XIX, con la novela realista, la literatura comienza a ser, hasta cierto punto, mucho más accesible para el lector común de lo que había venido siendo hasta entonces.

El realismo surge como una reacción frente a la exaltación de los sentimientos que proponía el romanticismo: frente a lo emocional, lo intangible, lo ideal… el Realismo, como su nombre indica, se fija en lo real, lo cotidiano, lo inmediato… y quizá esta sea la razón por la que esta corriente fuera tan bien aceptada por el gran público.
En el caso de Trafalgar, nos encontramos con una novela histórica, ambientada, no en la época contemporánea a su publicación (1873), sino en un pasado reciente (1805), y que tiene como fin narrar la batalla con todo lujo de detalles, y además analizar sus antecedentes y hacer reflexionar al lector sobre las consecuencias de aquella derrota sobre la situación española de finales del siglo XIX.

En este mismo blog podéis encontrar las siguientes entradas con resúmenes de obras:

Proponemos aquí dos posibles lecturas, de dificultad creciente:

  • La primera consistiría en leer únicamente los subrayados. Según explicamos en nuestro post inicial, al tratarse de un resumen amplio, esta lectura sería suficiente para comprender la obra, y, lo que es más importante, darla por leída sin perder esos detalles tan valiosos sobre los que frecuentemente tratan las preguntas de examen, y que raramente aparecen en los resúmenes que circulan por la red.
  • La segunda, que es la que nosotros recomendamos, requeriría leer la obra completa, fijándose especialmente en los subrayados, que, en este caso, servirían de ayuda para una más fácil comprensión del argumento.

Al abordar su lectura, hay que considerar que Trafalgar se escribió hacia 1873, y los gustos de aquella época tenían muy poco que ver con los del siglo XXI. Pero hay que tener cierta amplitud de miras, y ser conscientes de que, desde entonces, los códigos estéticos han variado considerablemente.

Para un estudio más profundo de la obra, se puede acudir al trabajo de Yolanda Arencibia Trafalgar de Pérez Galdós. Dos miradas sobre un hecho histórico.

Y además, el siguiente vídeo ofrece una descripción muy gráfica del desarrollo de la batalla.

Pero, antes de entrar en materia…

Permíteme un consejo

El resumen definitivo de Trafalgar. Benito Pérez Galdós

El Realismo

El Realismo literario viene, como ya hemos apuntado, a poner fin a los planteamientos de idealismo y sentimentalización del Romanticismo: frente a la expresión de lo subjetivo, la mirada del escritor se fija ahora en la descripción de la realidad objetiva, sin proyectar (al menos abiertamente) las emociones que esta le produce.

Se trata de un movimiento iniciado a mediados del siglo XIX, que consiste en la descripción veraz, o al menos verosímil, de la realidad de la época: la sociedad urbana y la sociedad rural; las ciudades, con sus comercios, talleres, fábricas y oficinas, y sus gentes variopintas de todos los estratos; y los pueblos, con sus campos de labranza y sus paisajes, y su contraste entre señoritos y campesinos.

Sus características principales son las siguientes:

  • Se basa en la observación de la realidad e intenta reflejarla objetivamente.
  • La perspectiva deja de ser el “yo” para pasar a ser el “él”, o más bien el “ellos”.
  • Predomina el género de la novela.
  • Se utiliza un lenguaje familiar y coloquial, incluso vulgar, para reproducir, en la medida de lo posible, el habla real de los personajes.
  • Se tratan temas cercanos al lector de la época: amores, infidelidades, problemas familiares, el éxodo del campo a la ciudad, el deseo de ascenso en la escala social, modernidad frente a tradición, etc.
  • A través de los argumentos parece plantearse la defensa de una tesis: las novelas narran una historia, contemplada desde una perspectiva determinada.
  • Existe cierta tendencia a reflejar el ambiente de la burguesía, impregnado de materialismo. Los personajes de clases inferiores sirven de contraste.
  • Desde el punto de vista formal, abundan las descripciones de ambientes y personajes.

Ya a finales del siglo XIX, el realismo evoluciona hacia el naturalismo, corriente en la que se trata de poner de relieve los aspectos más sórdidos de la realidad, con personajes de las capas más bajas de la sociedad urbana (proletarios, delincuentes, prostitutas…). Sus comportamientos son analizados desde el punto de vista antropológico, considerando cómo el medio en que nacen y viven condiciona su carácter y por tanto sus actos. Pero este movimiento será objeto de otro post.

Algunos autores del Realismo

Juan Valera

Escritor a medio camino entre el costumbrismo romántico y el realismo. Suele situar sus obras en el campo andaluz. En ellas se muestra partidario de la verosimilitud, pero siempre dentro de las líneas del buen gusto. Sus principales novelas son Pepita Jiménez, Juanita la Larga, Doña Luz o Morsamor.

José María de Pereda

Autor enmarcado también en ese tránsito costumbrista del romanticismo al realismo. Sus obras se ambientan preferentemente en su Cantabria natal, exaltando su paisaje y sus costumbres. Destacan El sabor de la tierruca, Peñas arriba, Sotileza o La puchera.

Pedro Antonio de Alarcón
Su obra más conocida es El sombrero de tres picos.

Leopoldo Alas ‘Clarín’
Analiza a los personajes en su entorno desde una perspectiva moralizante. Es autor de magníficos cuentos, como Doña Berta, El Señor o Cuentos morales. Pero el género en que sin duda destaca es la novela, con La Regenta y Su único hijo. Sus artículos periodísticos se agrupan en la obra Solos de Clarín.

Benito Pérez Galdós

Nace en Las Palmas de Gran Canaria, en 1843.

Allí cursa sus primeros estudios, y en 1862 se traslada a Madrid, donde se matricula en la universidad, en la carrera de Derecho.

Pérez Galdós

Comienza a escribir y se integra en la vida cultural de la capital: teatro, tertulias, conferencias… También empieza a ejercer como periodista en publicaciones como La Nación, El Debate o la Revista del Movimiento Intelectual de Europa.

En 1867 viaja como corresponsal a París, donde toma contacto con la obra de autores como Balzac o Dickens.

En 1870 publica su primera novela: La Fontana de Oro. En esta época colabora en periódicos como Las Cortes, Revista de España y El Debate.

En 1873 comienza a publicar los Episodios nacionales, una gran obra compuesta por 46 novelas, que constituye una narración de la historia de España, comprendida entre la batalla de Trafalgar (1805) y la Restauración borbónica (1874).

En 1881, influenciado por la corriente naturalista, publica La desheredada. Inicia con ella el ciclo de las “novelas contemporáneas”, caracterizadas por describir los aspectos más turbios y miserables de la sociedad madrileña de la época: la prostitución, la locura, el egoísmo, la crisis existencial…

Este ciclo incluye también novelas como El amigo Manso, Miau o Realidad.

En 1891 inicia un nuevo ciclo: las “novelas espirituales”, entre las que se incluyen Tristana, La loca de la casa, Nazarín, Misericordia…

También lleva a la escena varias obras teatrales: Realidad, La de San Quintín, Electra… Pero en este ámbito su éxito es mucho menor que en el de la novela.

En 1897 es nombrado miembro de la Real Academia Española.

En los últimos años de su vida, compagina la creación literaria con la actividad política, dentro de las filas republicanas.

Muere en Madrid, en 1920.

Los Episodios nacionales

Constituyen un retrato histórico de la España del siglo XIX. Constan de 46 novelas, agrupadas en cinco series:

  • La primera serie trata de la guerra de la Independencia (1808-1814) y tiene como protagonista a Gabriel Araceli.
  • La segunda serie recoge las luchas entre absolutistas y liberales, hasta la muerte de Fernando VII (1833), y su protagonista es el liberal Salvador Monsalud.
  • La tercera serie está dedicada a la primera guerra carlista (1833-1840).
  • La cuarta serie se desarrolla entre la Revolución de 1848 y la caída de Isabel II, en 1868.
  • La quinta serie, que quedó incompleta, acaba con la restauración de Alfonso XII, en 1874.

Uniendo realidad y ficción, Galdós intenta narrar la historia de forma amena, pero a la vez didáctica, invitando al lector a reflexionar sobre sus principales episodios, las circunstancias que condujeron a ellos y las consecuencias que desencadenaron.

Trafalgar

Resumen

La batalla de Trafalgar representa el primer episodio histórico importante del siglo XIX, y con él abre Galdós la primera serie de su magna obra.
El protagonista es Gabriel de Araceli, un niño despierto, criado en el ámbito de la pillería, que entra a servir en casa de don Alonso Gutiérrez de Cisniega, un capitán de navío retirado, que vive de la nostalgia de su antigua profesión.

Gabriel se enamora de Rosita, la hija de sus protectores, con la que comparte juegos, ya que tiene su misma edad. Pero esta, al pasar de la niñez a la adolescencia, pone sus ojos en el joven Rafael Malespina, un oficial de artillería.
Al tener noticias de que en Cádiz se está preparando una armada conjunta de las flotas española y francesa contra los ingleses, don Alonso, desoyendo las recomendaciones de doña Paquita, su mujer, se enrola de nuevo, embarcándose, junto con su antiguo camarada Marcial y el joven Gabriel, en el Santísima Trinidad.
En el origen del enfrentamiento está la ambición de Napoleón y sus deseos de dominar Europa por tierra y por mar, y también la actitud sumisa del Estado español ante el emperador francés.

El motivo de la derrota habría que buscarlo, no sólo en la brillante estrategia de Nelson, el almirante inglés, sino también en la ineptitud de alguno de los altos mandos de la escuadra franco-española, sumada a la falta de experiencia de los soldados de infantería, convertidos de la noche a la mañana en marinos.

Batalla Trafalgar

El resultado fue la aniquilación de la armada armada franco-española y la pérdida de miles de vidas.
Galdós describe las escenas de la batalla con todo detalle, aportando datos precisos sobre las embarcaciones, el orden de combate, etc. Pero también se interesa por analizar los orígenes del conflicto, las causas de la derrota y las consecuencias de tal desastre.

Batalla Trafalgar 2

La obra concluye con el regreso de don Alonso a su casa y la boda del joven Rafael Malespina con Rosita.

Gabriel abandona la familia, para dirigirse a Madrid, a emprender una nueva vida.

Historia y ficción

En sus Episodios nacionales, Galdós no se limita a novelar unos hechos históricos, sino que funde estos con una trama ficticia que los da soporte. Este planteamiento responde a la interpretación de la historia, según la cual esta avanza gracias a los grandes acontecimientos públicos, pero a su vez estos son movidos por una infinidad de pequeños asuntos particulares (la denominada “intrahistoria’).

En el caso de Trafalgar, según se desprende del argumento, hay dos niveles de realidad que se van entrecruzando a lo largo de la novela: los acontecimientos históricos que rodearon la batalla y los elementos ficticios sobre la vida de los personajes; estos últimos tienen mayor peso al comienzo y al final de la novela, pero se introducen también en la parte central, dedicada fundamentalmente a la narración de la batalla.

El resultado es, pues, que los hechos históricos se integran dentro de la trama ficticia, y no al revés. De esta forma, lo épico se humaniza y lo humano, lo cotidiano, se contempla dentro de su contexto histórico.

Antecedentes de la batalla

Tras la derrota en el Cabo de San Vicente, España firmó con Francia el tratado de San Ildefonso, por el que ambos países se comprometían a protegerse mutuamente.

La ambición de Napoleón le llevó a declarar la guerra a Inglaterra, y España se vio obligada a prestarle su apoyo. Además, entre la marina española subyacía un espíritu de revancha contra los ingleses, por la humillación sufrida en San Vicente.

Causas de la derrota

La armada inglesa era más poderosa que la escuadra franco-española, y sus marinos más profesionales. En efecto, la tripulación de los navíos españoles se había completado con soldados de infantería, que no estaban acostumbrados a navegar, y, lo que era peor, con gente de leva, en su mayoría poco o nada motivada frente a la guerra.

Batalla de Trafalgar

Villeneuve, que dirigía la escuadra combinada, necesitaba desesperadamente un triunfo para demostrar su valía a Napoleón, que había amenazado con destituirle; por ello, actuando de un modo impulsivo, equivocó la estrategia y en lugar de enfrentarse a los ingleses en la bahía de Cádiz, cayó en la trampa de Nelson y lo hizo en mar abierto.

Consecuencias

La flota española quedó destruida. Francia, en cambio, a pesar de haber sufrido también la derrota, asimismo con considerables pérdidas, no acusó tanto el golpe, pues mientras se desarrollaba la batalla en Trafalgar, Napoleón invadió la Europa central.

En conclusión: Francia aumentó su poder, mientras que España lo vio reducido. Así, dos años después, con la excusa de invadir Portugal, Napoleón introducirá sus tropas en España, y en 1808 obligará a Fernando VII a abdicar en favor de José Bonaparte.

El narrador-protagonista

La narración tiene forma autobiográfica, pues es el propio Gabriel quien cuenta la historia.

Sin embargo, en contra de lo que suele suceder en las autobiografías, la perspectiva que ofrece este narrador es omnisciente, ya que, al contar sus aventuras desde la vejez, a partir de sus recuerdos, ya conoce el desarrollo que han tenido los acontecimientos.

Así pues, la narración guarda un original equilibrio entre la subjetividad y la objetividad, entre la parcialidad y la exhaustividad. A través de la voz del personaje narrador, Galdós busca hacer verosímil el tono autobiográfico, y para ello el protagonista sólo va proporcionando la información que conoce de primera mano. Pero además, con el fin de reflejar de una forma lo más verídica posible todo lo sucedido, completa su información con el testimonio de otros personajes, que presenciaron los hechos a los que él no tuvo acceso.

Personajes

Podemos distinguir varias categorías de personajes:

  • Realistas:
    • Gabriel de Araceli es un joven cuyo entorno familiar desestructurado hace que su infancia transcurra en el ambiente de la pillería. Aunque carece de formación escolar, su inteligencia y sus sólidos principios morales le ayudarán a progresar. Además de protagonista, es el narrador de la historia. Su crianza en casa de los Cisniega, y sobre todo su participación en la batalla, le hacen madurar: encienden en él la llama del orgullo, el patriotismo y el honor.
    • Don Alonso Gutiérrez de Cisniega, capitán de navío retirado, vive del recuerdo de su antigua profesión y su mayor obsesión es el modo en que se perdió la batalla del Cabo de San Vicente, el 14 de febrero de 1797.
    • Doña Paquita, esposa de don Alonso, abomina de la guerra, por las pérdidas humanas y materiales que ocasiona, y el escaso beneficio que se obtiene a cambio.
  • Idealizados:
    • Rosita, hija de don Alonso y doña Paquita, tiene como amigo a Gabriel durante su infancia; pero al despertar a la pubertad, le rechaza, humillándole para dejarle clara la diferencia de clases que existe entre ellos. Enamorada de Rafael Malespina, al final de la novela se casa con él.
    • Rafael Malespina, novio de Rosita. Participa en la batalla y, a pesar de ser un oficial de infantería, con nula experiencia en combates marinos, sobrevive heroicamente. Al final de la novela, se casa con Rosita.
  • Caricaturizados:
    • Marcial, alias ‘Medio hombre’, es un viejo contramaestre, con un conocimiento simple, pero práctico, de la guerra. Su forma de expresarse constituye el contrapunto cómico al drama de la guerra.
    • Doña Flora, prima de don Alonso, a pesar de su avanzada edad, se empeña en aparentar juventud. Entusiasta de la guerra y los barcos, anima a su primo a volver a entrar en combate. Se encapricha de Gabriel.
    • Don José María Malespina, padre del joven Rafael, es un hombre cuya imaginación le lleva a declararse protagonista de las más inverosímiles hazañas, e inventor de armas irrealizables.
  • Históricos: Churruca, Alcalá Galiano, Villeneuve…

Espacio y tiempo

El momento clave de la novela, la batalla de Trafalgar, tiene lugar el 21 de octubre de 1805. Pero el planteamiento que hace Galdós de la historia requiere narrar también sucesos anteriores y posteriores.

La novela se inicia con la presentación del protagonista y la descripción de su situación familiar y su entorno; su recuerdo más antiguo se remonta a 1797, año en que se produjo la batalla del Cabo de San Vicente, cuando tenía 6 años, lo que significa que había nacido en 1791.
La acción principal de la novela comienza a principios de octubre de 1805, cuando su protagonista tiene 14 años.

En esos primeros días, se nos aporta información sobre el combate que se prepara: sus antecedentes y motivos, sus participantes… Conocido lo inminente de la batalla contra los ingleses, don Alonso, animado por su antiguo camarada Marcial, decide tomar parte en ella. Su esposa, doña Paquita, se muestra contraria.

El 12 de octubre, don Alonso va madurando su plan. Por la noche, reciben la visita de Rafael Malespina, que acude a despedirse de Rosita, pues ha sido requerido para embarcar.

El 13, don Alonso, Marcial y Gabriel salen de Vejer. Se detienen a comer en Conil y duermen en Chiclana.

El 14 llegan a Cádiz, a casa de doña Flora. Allí mismo reciben el 15 la visita del brigadier Churruca.

A los dos días de estar en la casa, es decir, el 16, Gabriel nota que doña Flora se interesa por él, hasta el punto que, el 17, esta intenta convencerle de que se quede con ella, en lugar de embarcarse.

El 18, Gabriel conoce el Santísima Trinidad.

El 19 sale de puerto la escuadra combinada.

Al amanecer del día 21, divisan la escuadra enemiga, y a mediodía se produce el enfrentamiento.

El 22, los tripulantes van abandonando el ruinoso Santísima Trinidad, y son evacuados al Santa Ana, controlado por los ingleses.

El 23, la tripulación del Santa Ana se subleva. Pero este navío se encuentra en muy mal estado y sus ocupantes son trasladados al Rayo. Esa misma noche, este encalla.

Gabriel es rescatado y el 27, después de tres días de recuperación, emprende el camino de regreso a Cádiz.

El epílogo, en el que se narran, ya en Vejer, la caída de don Alonso en un abatimiento melancólico y la boda de Rosita y Rafael, transcurre en un tiempo inmediatamente posterior a la acción principal, pero sin precisar el momento en que tales hechos suceden.

Significado: patriotismo y antibelicismo

Trafalgar es una obra impregnada de fervor patriótico.

Las actitudes y las palabras de la mayor parte de sus personajes manifiestan ese sentimiento de amor hacia la patria:

  • La guerra en la que se encuentran no incumbe directamente a España, y sólo beneficiaría a Francia; pero el acuerdo con esta nos obliga a intervenir. Es, pues, una cuestión de honor.
  • La participación en la batalla se entiende como el cumplimiento de un deber, pero a la vez como un orgullo, una ocasión para adquirir la gloria.
  • Si algún inconveniente tiene, a priori, el combate que se prepara es que está dirigido por un francés, cuando hay brigadieres españoles mucho más capacitados.

Dos intervenciones de Gabriel resumen este sentimiento:

Mirando nuestras banderas rojas y amarillas, los colores combinados que mejor representan al fuego, sentí que mi pecho se ensanchaba; no pude contener algunas lágrimas de entusiasmo”.

Trafalgar bandera

Por primera vez entonces percibí con completa claridad la idea de la patria (…) Hasta entonces la patria se me representaba en las personas que gobernaban la nación, tales como el Rey y su célebre Ministro (…) Para mí era de ley que debía uno entusiasmarse al oír que los españoles habían matado muchos moros primero, y gran pacotilla de ingleses y franceses después. (..) El patriotismo no era para mí más que el orgullo de pertenecer a aquella casta de matadores de moros.

Pero en el momento que precedió al combate, comprendí todo lo que aquella divina palabra significaba, y la idea de nacionalidad se abrió paso en mi espíritu (…) Me representé a mi país como una inmensa tierra poblada de gentes, todos fraternalmente unidos; me representé la sociedad dividida en familias, en las cuales había esposas que mantener, hijos que educar, hacienda que conservar, honra que defender; me hice cargo de un pacto establecido entre tantos seres para ayudarse y sostenerse contra un ataque de fuera, y comprendí que por todos habían sido hechos aquellos barcos para defender la patria, es decir, el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa donde vivían sus ancianos padres, el huerto donde jugaban sus hijos, la colonia descubierta y conquistada por sus ascendientes, el puerto donde amarraban su embarcación fatigada del largo viaje; el almacén donde depositaban sus riquezas; la iglesia, sarcófago de sus mayores, habitáculo de sus santos y arca de sus creencias; la plaza, recinto de sus alegres pasatiempos; el hogar doméstico, cuyos antiguos muebles, transmitidos de generación en generación, parecen el símbolo de la perpetuidad de las naciones; la cocina, en cuyas paredes ahumadas parece que no se extingue nunca el eco de los cuentos con que las abuelas amansan la travesura e inquietud de los nietos; la calle, donde se ven desfilar caras amigas; el campo, el mar, el cielo; todo cuanto desde el nacer se asocia a nuestra existencia, desde el pesebre de un animal querido hasta el trono de reyes patriarcales; todos los objetos en que vive prolongándose nuestra alma, como si el propio cuerpo no le bastara”.

Pero frente a esta exaltación del patriotismo, otros personajes manifiestan una visión más desengañada. Así, doña Paquita abomina de la guerra, de los barcos y sobre todo del rey y de Godoy, que desde Madrid, a prudente distancia, deciden la participación en la contienda: “Maldito sea el que inventó los barcos, (…) maldito el que hizo el primer cañón (…) para matar a tantos pobrecitos que no han hecho ningún daño”. Y después: “Si Napoleón quiere guerra, que la haga él solo. (…) ¿Por qué ha de estar España sujeta a los antojos de ese caballero?

Y al final de la obra, un marino con el que Gabriel comparte camino hasta Cádiz le explica que se retira del ejército, por la mala paga y el nulo agradecimiento a los servicios prestados, especialmente cuando en Madrid se despilfarra el dinero pagando magníficos sueldos a los señores de la Corte.

Y es que Galdós sabe distinguir entre el patriotismo que arde en el pecho de un joven Gabriel, y la insensatez de un don Alonso ya senil, que se empeña en tomar parte en la contienda, alegando amor a la patria, cuando su tiempo ha pasado ya: “Doña Francisca tenía razón. Mi amo, desde hace muchos años, no servía más que para rezar”.

Incluso algunos de los protagonistas de la contienda, como el propio Churruca, manifiestan escasa confianza en las posibilidades de la escuadra combinada, mal gobernada por Villeneuve, frente a la flota inglesa, lo que envuelve la narración en un clima de fatalismo, pues los propios personajes parecen intuir el trágico desenlace que, como lectores, nosotros ya conocemos.

Incluso en Gabriel se aprecia una evolución: la emoción de la batalla y el orgullo de participar en tan alta ocasión, pasan a convertirse en terror ante las escenas que está presenciando, y finalmente en incomprensión.

En Trafalgar, Galdós se revela patriota, pero también antibelicista. En efecto, la conclusión más generalizada que se extrae de las palabras de sus personajes es que los pueblos se lanzan a guerras absurdas, empujados por líderes ambiciosos. Pero es que, en el fondo, el sentimiento de patriotismo no está en contradicción con el antibelicismo.

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trabajosdeliteratura

Soy licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, y compagino mi actividad profesional con mi vocación literaria, tanto en el plano del análisis crítico como en el de la creación.

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