El comentario definitivo del poema de Pedro Salinas «Tú vives siempre en tus actos»

Siguiendo el esquema de nuestro Comentario de textos definitivo, basado en seis pasos que permiten un análisis lo más completo y a la vez lo más sencillo posible, nos disponemos a analizar un poema de Pedro Salinas, perteneciente al libro La voz a ti debida, en representación de la poesía de expresión emocional que caracteriza a los autores de la Generación del 27. En el siguiente enlace podéis descargar la explicación del procedimiento: ANEXO. El comentario de textos definitivo

En este mismo blog podéis encontrar las siguientes entradas con comentarios de texto:

Antes de comenzar el análisis del poema, podéis escucharlo magníficamente recitado en el siguiente enlace:

Y ahora,

Permíteme un consejo.

Tú vives siempre en tus actos.

Con la punta de tus dedos

pulsas el mundo, le arrancas

auroras, triunfos, colores,

alegrías: es tu música.    5

La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,

sale la luz que te guía

los pasos. Andas

por lo que ves. Nada más.    10

Y si una duda te hace

señas a diez mil kilómetros,

lo dejas todo, te arrojas

sobre proas, sobre alas,

estás ya allí; con los besos,    15

con los dientes la desgarras:

ya no es duda.

Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios

del revés. Y tus enigmas,    20

lo que nunca entenderás,

son esas cosas tan claras:

la arena donde te tiendes,

la marcha de tu reloj

y el tierno cuerpo rosado    25

que te encuentras en tu espejo

cada día al despertar,

y es el tuyo. Los prodigios

que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,    30

más que una vez, una noche

que te encaprichó una sombra

-la única que te ha gustado-.

Una sombra parecía.

Y la quisiste abrazar.    35

Y era yo.

1.- Localización del texto

El texto propuesto es el poema con que se inicia la obra La voz a ti debida, de Pedro Salinas, autor de la Generación del 27.

Marco histórico-social

El primer tercio de siglo XX en España está marcado por una crisis política, social y económica que proviene de la decadencia que tiene lugar en las postrimerías del siglo anterior.

Entre 1923 y 1930, el país está gobernado por el general Primo de Rivera. A esta dictadura le seguirá la proclamación de la Segunda República, en 1931, a la que puso fin el alzamiento militar de 1936, que dio lugar a la Guerra Civil.

En el ámbito internacional, pero con importantes repercusiones en España, se produce la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y, pocos años después, la gran depresión económica de 1929.

La Generación del 27

Bajo este nombre integramos a un grupo de escritores, fundamentalmente poetas, que componen su obra desde una perspectiva de vía de escape a la situación de crisis que atraviesa el mundo occidental.

Se les considera en cierto modo herederos del Novecentismo y de los movimientos vanguardistas, que habían roto con la temática y la estética del Realismo y el Naturalismo, fríamente apegados a la realidad cotidiana. Reciben una gran influencia de la denominada «poesía pura» de Juan Ramón Jiménez, una poesía introspectiva, desnuda, cargada de simbolismo. Las vanguardias se fijan sobre todo en el ámbito de los sueños (surrealismo), en la descomposición de la realidad (cubismo), en los avances tecnológicos (futurismo)… y consideran la creación artística como una actividad intelectual lúdica, de evasión.

En medio de este ambiente cultural, en 1927, un grupo de poetas se reúne para rendir un homenaje a Luis de Góngora, con ocasión del tercer centenario de la fecha de su muerte. Se trata de Pedro Salinas, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre…

Dicho homenaje nos da idea del planteamiento artístico que impulsa la fundación del grupo:

  • Fusión de las formas y los temas de la poesía tradicional con un deseo vanguardista de renovación temática y estética.
  • Atracción también por los clásicos, y en especial por Góngora, en quien confluyen poesía culta y poesía de tipo tradicional.
  • Como alternativa a la crisis que los rodea, exploración del mundo de lo inconsciente, los sueños…
  • Interés por temas profundos, de carácter subjetivo: el ser humano, el amor (en algunos casos prohibido), la vida, la muerte, el sentimiento de justicia…
  • Reflejo de la realidad, y en especial de ese ámbito inconsciente, por medio de metáforas, imágenes y símbolos. Su intención no es describirla, sino representarla.
  • Búsqueda de la belleza, como forma de distanciamiento de lo real.
  • Los poemas son composiciones muy cuidadas desde el punto de vista estético: lirismo, armonía formal, belleza de imágenes, precisión léxica, etc.
  • Las estrofas más utilizadas provienen de la poesía tradicional (romances, coplas…) y de la poesía clásica (sonetos, tercetos…). Pero también es muy frecuente el uso del verso libre, sin sujeción a metro ni a rima, en el que el esquema rítmico viene dado por las repeticiones, las estructuras paralelas…

Algunos de los principales autores de la Generación del 27, son:

  • Gerardo Diego. Su producción poética gira en torno a temas de contenido sentimental, religioso, etc. El romancero de la novia, Versos humanos, Versos divinos, Paisaje con figuras
  • Pedro Salinas. En el siguiente apartado analizaremos en profundidad su vida y su obra.
  • Rafael Alberti. Su obra refleja la nostalgia de su tierra y también cierta idealización de la realidad: Marinero en tierra, Sobre los ángeles
  • Vicente Aleixandre. Es el autor más laureado de su generación: fue miembro de la Real Academia y obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1977. Su obra gira en torno a temas humanos, tales como los sentimientos, la vida o la muerte: La destrucción o el amor, Sombra del Paraíso, Historia del corazón
  • Jorge Guillén. Su obra se inscribe inicialmente dentro de la llamada «poesía pura». En Cántico expresa su entusiasmo por el maravilloso don de la vida. Sin embargo, posteriormente, la conciencia de la realidad dolorosa le llevará a componer una obra de sentido contrario: Clamor.
  • Luis Cernuda. Compone una poesía sensible, melancólica y dolorosa, pero a la vez sumamente intelectual: Égloga, elegía, oda, Los placeres prohibidos, Donde habite el olvido
  • Federico García Lorca. Su poesía, altamente metafórica, constituye una expresión del sentimiento trágico de la vida, con una constante presencia del amor y de la muerte. Su producción poética abarca desde una estética influenciada por el Novecentismo (Libro de poemas) hasta una poesía de sentimientos desgarrados (Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit, Sonetos del amor oscuro…), pasando por composiciones inspiradas en el folclore andaluz (Poema del cante jondo, Romancero gitano…).
  • Miguel Hernández. Es el más joven del grupo. Prácticamente no convive con el resto de sus integrantes, y eso hace que se cuestione su pertenencia a él. Su poesía es apasionada, tanto cuando habla de sentimientos (El rayo que no cesa, Cancionero y romancero de ausencias), como cuando expresa su pensamiento político (Viento del pueblo).

Después de la Guerra Civil, en 1939, aunque los autores continúan su actividad poética, el grupo desaparece como tal: García Lorca es asesinado; Miguel Hernández muere en prisión; Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda y Rafael Alberti se exilian, y Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego permanecen en España.

Pedro Salinas

Nace en Madrid, en 1891.

Estudia en el Colegio Hispano-Francés y en el Instituto San Isidro.

Doctorado en Filosofía y Letras, obtiene en 1914 una plaza en la Universidad de La Sorbona. Un año después se casa con Margarita Bonmatí.

En 1917 regresa a España, desarrollando la labor docente en la Universidad de Sevilla y la Escuela Central de Idiomas. En estos años comienza su actividad literaria y en 1923 publica su primer libro de poemas, Presagios.

Colabora también en actividades de la Institución Libre de Enseñanza y en la organización de la Universidad de Verano de Santander. En esta conoce, en 1932, a la estudiante estadounidense Katherine Whitmore, de la que se enamora y a la que dedica sus tres obras sobre el amor: La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento. Pero esta relación, aunque fue apasionada, no llegaría a afianzarse.

Cuando estalla la Guerra Civil, se exilia a los Estados Unidos, donde imparte clases en las universidades de Boston, Baltimore y Puerto Rico.

Muere en Boston, en 1951.

Obra

Su obra poética puede clasificarse en tres etapas:

  • Poesía pura y vanguardista. Recibe influencia de Juan Ramón Jiménez y de las vanguardias, especialmente del ultraísmo y del futurismo. Pertenecen a esta etapa Presagios (1923), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931).
  • Poesía amorosa. Expresa su sentimiento amoroso, a través de un lenguaje simbólico, a menudo un tanto conceptual. Pertenecen a esta etapa La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939).
  • Poesía del exilio. Reflexiones vitales desde un punto de vista conceptual. Incluye El contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949) y Confianza (publicado de forma póstuma en 1955).

También es autor de obras en prosa, como la novela La bomba increíble, y teatrales, como La estratosfera, Judit y el tirano o El director.

La poesía de Salinas es una poesía profunda, de sentimientos auténticos. Refleja un amor optimista, que da sentido a la vida de los amantes. Sin embargo, a veces puede parecer un tanto frío e intelectual, debido sobre todo a ese conceptismo característico de la poesía pura, así como a las referencias al ámbito tecnológico, procedentes de la corriente futurista.

Desde el punto de vista formal, Salinas se decanta por los versos octosílabos, o los heptasílabos combinados con endecasílabos, generalmente sin rima.

La voz a ti debida

La voz a ti debida (1933) es un poemario que «narra», siguiendo una sutil línea argumental, la historia de una relación amorosa, desde sus preludios hasta su final. Suelen agruparse en forma de trilogía los tres libros que Salinas compuso en torno al amor, entre 1933 y 1939: La voz a ti debida correspondería a la relación amorosa en sí misma; Razón de amor, a la separación de los amantes, y Largo lamento, al dolor del poeta por la pérdida.

El título procede de un verso de la Égloga III de Garcilaso, en el que el pastor Tirreno se compromete a cantar la belleza de su amada María, incluso después de muerto, pues solo a ella debe su voz.

De este modo, Salinas alinea su poesía dentro de ese espíritu de homenaje al Siglo de Oro español que caracteriza a la Generación del 27, y al mismo tiempo declara su concepto del amor como un sentimiento que solo se entiende a partir del ser amado.

Aunque en ningún momento se la nombra, Pedro Salinas narra en La voz a ti debida su relación con la joven Katherine R. Whitmore, a quien conoció en 1932, en un curso de verano de la Universidad Internacional de Santander.

La obra consta de 70 poemas, que se disponen de forma ligeramente argumental, creando una historia que narra diferentes momentos de la relación, desde el enamoramiento inicial hasta la culminación. Con ellos se intercalan composiciones de reflexión sobre la amada, los sentimientos propios, el sentido de la relación… Así, los poemas fluctúan desde la idealización casi platónica hasta lo carnal, pasando por la introspección psicológica del autor en sus emociones.

2.- Determinación del tema

El poema constituye una presentación de la amada como una mujer de cualidades extraordinarias, con una fuerza en la que se origina el amor que existe entre ellos.

3.- Distribución de su estructura y resumen de su argumento.

Básicamente, el poema se divide en cuatro partes:

  • Versos 1-6 (primera tirada): La amada posee una extraordinaria fuerza generadora.
  • Versos 7-18 (segunda y tercera tiradas): Su principal cualidad es la seguridad en sí misma.
  • Versos 19-29 (cuarta tirada): Efectos de esa seguridad.
  • Versos 30-36 (quinta tirada): Ella le ha elegido a él.

Resumen

A los ojos del poeta, la amada es una mujer extraordinaria, dotada de una fuerza capaz de generar vida a su alrededor.

Tiene una gran seguridad en sí misma, y todo cuanto hace, lo hace con convicción, con firmeza, con energía, con resolución…

En virtud de esa seguridad, interpreta su propia vida y da sentido a todo cuanto la rodea.

Y en virtud de esa misma seguridad, decidió elegirle a él.

4.- Comentario de la forma y el estilo.

Se trata de un poema formado por 36 versos blancos (sin rima), en su mayoría octosílabos.

Se agrupan en cinco tiradas (no podemos hablar aquí de estrofas) con diferente número de versos: 6, 4, 8, 11 y 7.

La distribución métrica responde al siguiente esquema:

8 –

8 –

8 –

8 –

8 –     5

8 –

8 –

8 –

5 –

8 –     10

8 –

8 –

8 –

8 –

8 –     15

8 –

4 –

8 –

8 –

8 –     20

8 –

8 –

8 –

8 –

8 –     25

8 –

8 –

8 –

8 –

8 –     30

8 –

8 –

8 –

8 –

8 –     35

4 –

Se trata, por tanto, de una composición de métrica regular, con excepciones en tres versos: el 9 es pentasílabo y el 17 y el 36 son tetrasílabos.

Para regularizar la medida de los versos, es necesario acudir a ciertos recursos, tales como:

  • Sinalefa. Articulación en una sola sílaba de dos vocales separadas, la última de una palabra y la primera de la siguiente.

Puede darse entre vocales iguales:

Tú vives siempre_en tus actos (v. 1)

O entre vocales separadas que formarían diptongo:

Y si_una duda te hace (v. 11)

la_única que te ha gustado (v. 33)

También se produce entre dos vocales fuertes:

pulsas el mundo, le_arrancas (v. 3)

<object class="wp-block-file__embed" data="https://trabajosdeliteratura.files.wordpress.com/2016/04/anexo.-metrica-facil.pdf&quot; type="application/pdf" style="width:100%;height:600px" aria-label="<strong><mark style="background-color:rgba(0, 0, 0, 0)" class="has-inline-color has-medium-pink-color">ANEXO. Métrica fácil</mark>ANEXO. Métrica fácilDescarga

La construcción no gira, pues, en torno a estrofas regulares o a esquemas de rima. La composición se basa sobre todo en el ritmo de recitado, que se logra fundamentalmente a través de la regularidad métrica, pero también mediante la disposición de estructuras paralelas, enumeraciones, etc. Dicho ritmo se rompe en los versos irregulares y en los encabalgamientos.


Veamos estas y otras figuras retóricas:

  • Apóstrofe. Invocación dirigida a otra persona, a la divinidad, a fuerzas de la naturaleza o, sencillamente, a alguna cosa.

Todo el poema en sí es un apóstrofe, dirigido a la amada en segunda persona. Entre otros versos, podemos destacar:

Tú vives siempre en tus actos (v. 1)

Tú nunca puedes dudar (v. 18)

Pero son abundantes los pronombres y verbos que la señalan como destinataria del mensaje.

  • Estructuras paralelas.

sobre proas, sobre alas (v. 14)

  • Estructuras antitéticas. Se contraponen términos contrarios.

con los besos, / con los dientes (vv. 15-16)

Aunque formalmente se trata de dos estructuras paralelas, semánticamente encierran una antítesis.

  • Hipérbaton. Alteración voluntaria del orden lógico-sintáctico de los elementos de la oración.

De tus ojos, sólo de ellos,

sale la luz que te guía

los pasos. (vv. 7-9)

[La luz que te guía los pasos sale de tus ojos, sólo de ellos]

  • Polisíndeton. Abundancia de conjunciones.

Y la quisiste abrazar.

Y era yo. (vv. 34-36)

  • Personificación. Atribución de cualidades humanas a alguna entidad que carece de ellas.

Y si una duda te hace / señas (vv. 11-12)

que te encaprichó una sombra (v. 32)

Como alternativa a la construcción habitual, «te encaprichaste de una sombra», la capacidad agente se traslada aquí al objeto.

  • Hipérbole. Exageración.

señas a diez mil kilómetros (v. 12)

Tú nunca puedes dudar (v. 18)

  • Encabalgamiento. Separación de los elementos de un sintagma estrechamente vinculados, entre el final de un verso y el principio del siguiente.

sale la luz que te guía

los pasos (vv. 8-9)

  • Enumeración.

auroras, triunfos, colores,

alegrías… (vv. 4-5)

  • Aliteración. Se percibe una acumulación de fonemas dentales y nasales en el verso 23:

la arena donde te tiendes.

  • Sinestesia. Se atribuye a un objeto una cualidad que se percibe con un sentido distinto del que corresponde de forma lógica.

Se atribuye a los ojos la facultad de producir luz, cuando se trata precisamente del órgano del cuerpo que se encarga de percibirla:

De tus ojos, sólo de ellos,

sale la luz que te guía

los pasos. (vv. 7-9)

  • Sentido figurado.

Y si una duda te hace / señas (vv. 11-12)

La expresión equivale a «y si percibes una duda».

  • Identificación.

La vida es lo que tú tocas (v. 6)

  • Paradoja. Contrasentido.

Y tus enigmas,

lo que nunca entenderás,

son esas cosas tan claras (vv. 20-22)

  • Símbolo.

que te encaprichó una sombra (v. 32)

El término «sombra» hace referencia aquí a una realidad intangible, inmaterial.

la marcha de tu reloj (v. 24)

Alude al paso del tiempo.

En general, como puede observarse, se trata de recursos retóricos no demasiado complejos.

<object class="wp-block-file__embed" data="https://trabajosdeliteratura.files.wordpress.com/2016/02/anexo.-recursos-retoricos-de-la-lengua-cotidiana.pdf&quot; type="application/pdf" style="width:100%;height:600px" aria-label="<strong><mark style="background-color:rgba(0, 0, 0, 0)" class="has-inline-color has-bright-blue-color">ANEXO. Recursos retóricos de la lengua cotidiana</mark>ANEXO. Recursos retóricos de la lengua cotidianaDescarga

Además, aunque se aprecia una clara tendencia a la subordinación, la sintaxis tampoco reviste demasiada complejidad.

El poema constituye una alabanza de la amada, lo que, de algún modo, implica la descripción de sus cualidades. En virtud de ese componente descriptivo, encontramos, pues, abundantes sustantivos:

  • Concretos: dedos, mundo, ojos, dientes, arena, cuerpo
  • Abstractos: actos, auroras, triunfos, colores, alegrías, música, vida, luz, pasos, duda, besos, misterios, enigmas...
  • Concretos con sentido simbólico: proas, alas, reloj, sombra

Obviamente, al tratarse de una descripción de las cualidades de la amada, predominan los primeros tipos de sustantivo.

Observamos, además, que el poeta se centra en los aspectos concretos, no en los matices, y de ahí que apenas haya adjetivos: esas cosas tan claras, el tierno cuerpo rosado.

Por otra parte, encontramos verbos que constituyen el soporte de la descripción: vives, es, estás, son, están… Pero también otros que la matizan con acción: pulsas, arrancas, andas, dejas, arrojas, desgarras, encuentras, quisiste abrazar

En la obra de Salinas adquieren gran importancia los pronombres, en especial el «tú» y el «yo». En concreto, este poema se abre con el primero («Tú vives…») y se cierra con el segundo («Y era yo«). Al constituir un apóstrofe dirigido a la amada, abundan en él los de segunda persona: los personales «» (3 veces) y «te» (7 veces) y el posesivo «tuyo«. A ellos se suman los adjetivos posesivos «tu» (3 veces) y «tus» (4 veces).

Por lo que respecta al tiempo en el que se desarrolla el poema, predominan sobre todo las formas verbales de presente, que hacen referencia a la personalidad de la amada, a sus cualidades… Así, por ejemplo: vives, pulsas, arrancas, es, arrojas, desgarras, puedes, te tiendes, te encuentras

Sin embargo, en los últimos versos, la mirada del poeta se proyecta hacia el pasado, hacia el momento en que la conoció: equivocaste, encaprichó, parecía, quisiste, era

El tono del poema es vital, optimista, como corresponde a un hombre que tiene idealizada a su amada y es correspondido por ella. A este tono contribuye, en buena medida, el ritmo vivo del verso corto.


En resumen, puede decirse que Salinas emplea un estilo sencillo en cuanto a la construcción sintáctica del poema, pero bastante conceptual en cuanto al contenido: en su poesía, nos habla de sus propios sentimientos, pero desde un punto de vista intelectual, abstracto, como si lo importante no fuera la realidad, sino los conceptos; como si en vez de las personas, lo importante fueran los pronombres que se refieren a ellas; y, en fin, como si por encima de la amada estuviera la idea que el amante se ha formado de ella.

Se trata, pues, de poesía pura, sin artificiosidad, desnuda, sin adjetivos, pero en cambio, cargada de significado por sus pronombres.

5.- Comentario del contenido.

La voz a ti debida es un libro que narra una historia de amor, con antecedentes, principio, desarrollo y final. Este poema es el que inicia la obra y constituye un prefacio, una especie de introducción, en la que el autor presenta a su amada, Katherine Whitmore (sin nombrarla, por supuesto), y, de alguna forma, describe la relación que se ha establecido entre ellos. Katherine es una mujer de cualidades extraordinarias, lo que la eleva muy por encima de él; pero si un rasgo la define sobre el resto es la seguridad en sí misma. No obstante, al final, el poeta nos revelará que en esa firmeza se produce una pequeña fisura cuando le conoce a él.

El poema se abre con una afirmación rotunda: «Tú vives siempre en tus actos» (v. 1), que nos traslada la imagen de una mujer independiente, pragmática, segura de sí misma. Pero los versos que vienen a continuación van más allá, al mostrarla casi divinizada. En efecto, Salinas acude a aquella imagen que los poetas barrocos crearon a partir de la teoría pitagórica de la armonía del universo, que presentaba a Dios como un músico que, pulsando un instrumento de cuerda, creaba una armonía que mantenía en equilibrio todo el universo. Así, vemos a la amada dotada de una energía divina, tocando con la punta de sus dedos una «música» (v. 5), a partir de la cual todo lo bello va surgiendo («auroras, triunfos, colores, / alegrías» -vv. 4-5-), como en una gran obra de creación universal. La imagen se sintetiza con otro rotundo «La vida es lo que tú tocas» (v. 6), que encierra un doble sentido entre la acción de pulsar con los dedos (vv. 2-3) y la composición musical (v. 5).

La seguridad en sí misma hace que los pasos que va dando, las decisiones que toma, estén siempre iluminados por su propio criterio, por su forma de ver la realidad (la luz de sus ojos -vv. 7-9-).

Y cuando le asalta una duda, por pequeña que sea, por insignificante que parezca, adopta una posición enérgica y, con dulzura o con dureza («con los besos, con los dientes» -vv. 15-16-), la resuelve inmediatamente. La reseña se cierra con un categórico «Tú nunca puedes dudar» (v. 18).

Así, en virtud de esa seguridad, tiene claros todos los aspectos de su vida. Y ni siquiera representan para ella un motivo de inquietud aquellos que constituyen los grandes enigmas existenciales: la creación del mundo («la arena donde te tiendes» -v. 23-), el paso del tiempo («la marcha de tu reloj» -v. 24-) o el origen de la vida humana («el tierno cuerpo rosado / que te encuentras en tu espejo / cada día al despertar» -vv. 25-27-).

Parece evidente que, con este detenimiento al describir dicho rasgo en el carácter de Katherine, Salinas no se está refiriendo simplemente a una actitud general en el modo en que ella suele actuar, sino al conflicto concreto que le plantea mantener una relación amorosa con un hombre casado. Sin embargo, como se sugiere a continuación, en los últimos versos del poema, y según se refleja a lo largo de la obra, ese conflicto, esa duda que le hace momentáneamente vacilar, se resolverá a favor del poeta.

En efecto, el amor viene a remover los cimientos de esa existencia segura, esa firmeza de convicciones: «que te encaprichó una sombra / -la única que te ha gustado- / (…) y la quisiste abrazar» (vv. 32-35). Como alternativa a la construcción habitual, «te encaprichaste de una sombra», la capacidad agente se traslada aquí al objeto: es la «sombra» la que lleva la iniciativa. Y esa sombra era él («Una sombra parecía. / (…) / Y era yo» -vv. 34-36-), con lo que, de algún modo, al final, el poeta se atribuye a sí mismo una buena dosis de protagonismo en la relación, frente a la aparente firmeza de la amada.

El abre el poema y el yo lo cierra. Ella aparece como la fuerza generadora del amor que existe entre los dos, la que da sentido a las cosas que les son comunes (la vida es lo que ella toca), la que tiene la capacidad de decidir y, eligiéndole a él, le ha dado entidad como amante.

Los tiempos verbales en presente, que predominan a lo largo de todo el poema, se refieren a la esencia de la amada, a las extraordinarias cualidades que la caracterizan. Sin embargo, en los últimos versos, los verbos en pretérito marcan la perspectiva desde la que el poeta habla:

Y nunca te equivocaste,

más que una vez, una noche

que te encaprichó una sombra (vv. 30-32)

En ellos, Salinas dirige su mirada hacia el pasado, hacia el momento en que comenzó su relación; se trata, pues, de una mirada en la distancia, que quizá no fuera solo temporal, sino también espacial, pues no hemos de olvidar que Katherine era una estudiante que residía en Norteamérica.

En cualquier caso, el poema nos transmite, tal vez por efecto de esa perspectiva distante, una visión idealizada de la amada: tan segura de sí misma, tan autosuficiente se nos muestra, que nos cuesta verla como una persona de carne y hueso, y la concebimos más bien como una fuerza, un carácter, que parece encontrarse en el plano de las ideas, casi en un nivel divino; él, en cambio, permanece en el plano de la realidad, en un nivel humano, desde el que la contempla con admiración (hasta podría decirse que con veneración).

Pero, en el fondo, es esta una posición de falsa humildad: el poeta sabe que no tiene un papel secundario en esa historia, y, así, no puede dejar de mostrar cierto orgullo al considerarse el auténtico artífice de aquel «capricho» que la hizo dudar y con ello la debilitó, humanizándola. De este modo, con ese «Y era yo» final, se nos presenta como alguien único: aquel que, desde su insignificancia, logró conquistarla.

A tenor de la descripción que hace de su amada, podría parecer que Salinas no busca a la mujer real, sino su esencia, algo que está más allá de su apariencia, de su imagen, incluso de su propia entidad como persona. Sin embargo, esta idealización de la amada, más que reflejar una forma de entender el amor, en el fondo no parece sino responder a un convencionalismo poético que sigue la línea trazada desde Platón a Bécquer, pasando por Garcilaso.

En la composición se aprecia una abundancia de palabras pertenecientes al campo semántico de lo intelectual, y en concreto de la toma de decisiones: actos, duda, dudar, misterios, enigmas, entenderás, equivocaste, encaprichó

Hay otras que remiten más al ámbito de lo sensorial, pero que, por su carácter metafórico o su sentido figurado, se pueden enmarcar también en ese plano de lo inmaterial: pulsas el mundo, auroras, colores, tocas, la luz que te guía los pasos, andas, ves, te hace señas, te arrojas, la arena donde te tiendes, cuerpo rosado, noche, sombra, abrazar

Todo esto nos sitúa, pues, ante un amor que parece tener más de ideal que de emocional, y, desde luego, mucho más de intelectual que de físico.

6.- Interpretación, valoración, opinión.

La voz a ti debida constituye un canto al amor idealizado. Este poema, con el que Salinas inicia el libro, presenta a la amada como un ser de cualidades elevadas, en quien se origina ese mundo de amor en el que ambos viven.

El , la palabra que abre la composición, señala aquello que más importancia tiene para el poeta: la amada. Ella está presente en todo el poema, desde el principio hasta el final, en formas pronominales y verbales. Solo en los últimos versos aparece el yo, y es entonces cuando el autor se nos descubre, desde la sombra, como el único que ha sido capaz de humanizarla, enamorándola.

El poema se cierra, pues, igual que se abre: del tú ensalzando a la amada, como epicentro generador del amor, al yo orgulloso del poeta, como artífice callado, anónimo, de la relación.

Y esto nos lleva a preguntarnos: ¿es el tú el que conduce al yo, o sucede al contrario? Podría decirse que la idealización lleva al amante a considerar que el amor tiene su origen en la amada, y, sin embargo, es su propia actitud la que hace que se genere en ella el amor.

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Soy licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, y compagino mi actividad profesional con mi vocación literaria, tanto en el plano del análisis crítico como en el de la creación.

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